Muchos cofrades dirigieron sus miradas hasta ultimísima hora al cielo y a sus móviles para comprobar que el cielo y el tiempo eran condescendientes con ellas. Y sí, lo fueron y el Cristo de la Ilusión pudo procesionar, como cada Lunes Santo, por las calles de Ávila. Cerca de 250 personas, entre nazarenos (para algunos, muy jóvenes, fue la primera vez de muchas), mujeres con matilla y anderos, acompañaron al paso en su recorrido hasta la Plaza de la Catedral, donde se encontraría con su madre, Nuestra Señora de la Esperanza, que ya procesionaba por el centro de la ciudad.
El barrio de las Vacas vivió su día grande de la Semana Santa. Minutos antes de que se abrieran las puertas de la ermita, la plaza ya estaba abarrotada de gente, esperando para presenciar la salida del desfile procesional. Dentro, muchos de los 900 cofrades del Patronato de la Santísima Trinidad y Nuestra Señora de las Vacas realizaban los últimos preparativos. Los comentarios denotaban los nervios y la ilusión, nunca mejor dicho, por lo que habían esperado durante un año: salir en procesión junto a su querido Cristo Crucificado. Afuera esperaban todos el público, algunos asomados a las ventanas y balcones de los edificios vecinos, y la Banda de Cornetas y Tambores del Santísimo Cristo de las Tres Caídas de Madrid, que acompañó a la comitiva en su recorrido con sus sones y marchas. Aunque durante la espera, todo fue silencio, paciencia y recogimiento.
A las 20,20 horas, con un ligero retraso de cinco minutos sobre el horario previsto, se abrieron las puertas de la Ermita de las Vacas. Poco a poco salieron del templo todos los capuchones, que se organizaron en una doble fila para dejar espacio a los 50 anderos para prepararse para portar el paso del Cristo de la Ilusión. Un conjunto de niños salieron portando el inciensario, cuyo aroma cubrió toda la plaza, dando el toque que le faltaba a la velada. Los nervios por la organización se hacían presentes, con comentarios entre los cofrades para que todo se desarrollara según lo previsto y sin errores. Pero el paso no terminaba de atravesar el quicio de la puerta del popular templo abulense.
Lunes de blanco y verde e ilusión - Foto: David GonzálezVeinte minutos después de la apertura del portón, por fin el paso empezó a moverse. Durante ese tiempo había permanecido impasible al fondo de la iglesia esperando su salida. Cuando el Cristo empezó a moverse, los murmullos comenzaron a notarse en la plaza, hasta entonces callada en un respetuoso silencio de pasión. Despacito, los anderos acercaron hasta la imagen de Jesús en la cruz hasta la puerta, donde tocaba el momento crucial y más esperado por todos: la salida. Los anderos, la mayoría de ellos muy experimentados en estas lides, se habían preparado durante las semanas previas para que no hubiera errores en este proceso. Siguiendo las instrucciones del capataz, los cofrades sacaron con la mayor delicadeza, esfuerzo y fervor el paso de la iglesia, con el máximo cuidado de no dañar una talla de su valor, no solo económico, sino sentimental. Una vez el paso estuvo en la calle, la plaza irrumpió en aplausos de emoción, alegría e ilusión por ver a su Cristo fuera de la Ermita de las Vacas otra vez, como cada Lunes Santo.
Entonces sí, comenzó la procesión. La Banda del Santísimo Cristo de las Tres Caídas, hasta entonces callada, comenzó a tocar los sones de la marcha 'Bendición', la primera de las muchas que tenían preparadas para el recorrido. El resto, como 'Madre de Dios del Rosario', 'El Desprecio de Herodes', 'La Pasión' o 'El Amor', sonaron por las calles de la barriada y el centro de Ávila hasta que toda la comitiva llegó a la plaza de la Catedral, donde el Cristo de la Ilusión se reencontró con su madre. Muchos fieles le acompañaron hasta allí y, después en su regreso a su templo, a su casa, donde permanecerá 365 días esperando a que vuelva a ser Lunes Santo para procesionar de nuevo por las calles de Ávila.
Pero, hasta que ese día llegue, la espera de los cofrades del Patronato de la Santísima Trinidad y la Virgen de las Vacas se hará muy larga, pero se lo tendrán que tomar con resignación cristiana. Pero ayer se fueron contentos a la cama, porque su Cristo de la Ilusión salió y porque sus hábitos colorearon de verde y blanco otro Lunes de Pasión abulense.