Rosa María Gómez García, Rosa la de portería, es toda una institución en el colegio Milagrosa-Las Nieves donde entró a trabajar con 16 años y donde la pasada semana se ha jubilado. Entre medias, 47 años trabajando en el popular colegio de la capital abulense, donde durante casi medio siglo ha sido la encargada de la portería y recibir a todo el que llegaba. Su primer y único trabajo. Algo que pocos pueden decir y además haciendo un balance «positivo» de esa etapa a la que ahora pone fin. Fue este sábado, 5 de octubre, cuando Rosa cumplió 65 años y puso fin a una vida laboral que siempre ha estado ligada al centro educativo de las Hijas de la Caridad.
Recuerda que acababa de terminar la EGB cuando su padre pasó por el colegio de la calle Duque de Alba para preguntar a las hermanas si tenían algún trabajo para su hija. «Casualidades de la vida estaban buscando a alguien para la portería», rememora Rosa cómo llegó a este colegio del que ella no fue alumna pero en el que al final ha pasado casi medio siglo lo que le convierte en historia viva del mismo. De hecho, de todos los compañeros, tanto profesores como personal no docente, con los que coincidió Rosa durante sus primeros años de trabajo ella era la única que aún seguía en el mismo. La más veterana del Milagrosa-Las Nieves.
Reconoce Rosa que tantos años trabajando en el mismo sitio le han dado la oportunidad de conocer a «miles de familias y de varias generaciones». Tanto es así que muchos de los alumnos que hasta ahora cada mañana llegaban al cole y le daban los buenos días son hijos de estudiantes que hace años también pasaron por las aulas de este centro y a los que ella también recibía.
Rosa dice adiós a su portería«El colegio ha sido mi casa», asegura Rosa que debe ser de las pocas personas que hoy en día es capaz de enumerar el nombre de las distintas directoras, todas ellas Hijas de la Caridad, que durante el último siglo han llevado las riendas de este centro. Cuenta que cuando ella llegó a este colegio, siendo aún menor de edad, la directora era sor Mercedes. «Fue como una madre para mí», reconoce al hablar de la primera directora que conoció y a la que después le dieron el relevo sor María Paz, sor María Luisa, sor Montse, sor Conchi, sor Geli, sor Esther y, la actual, sor Elena. Más complicado le resulta, imposible, recordar el nombre de todos los alumnos, miles y miles, que durante estos años han pasado por este colegio y a los que tantas veces ella tenía que llamar desde portería para avisar de que habían venido a recogerles. Quienes no se olvidan de Rosa son las familias y niños, algunos ya padres, que eligieron este centro para la formación de sus hijos que, pase el tiempo que pase, aún la siguen parando por la calle para saludarla. Y son muchas paradas a lo largo del día, reconoce.
Es más, mientras echa la vista atrás por su paso por este colegio un ex alumno se le acerca para recordarle las veces que ella salía corriendo detrás de él cuando siendo niño éste desobedecía y no esperaba paciente en portería a que llegaran a recogerle. «Los niños se encariñan enseguida, y nosotros también de ellos, especialmente de lo que son algo más traviesos», reconoce quien durante casi 50 años ha sido la encargada de dar la bienvenida a todos los que accedían a este popular colegio desde una portería que primero estuvo en la calle Las Madres y en los últimos años en Duque de Alba.
«Siento que me quieren mucho», asegura al hacer balance de todos estos años y de todas las personas que su trabajo le ha dado la oportunidad de conocer. Y aunque hay muchas anécdotas, especial recuerdo guarda de sor Concepción, Hija de la Caridad ya fallecida. «Fue especial para mí. Era una mujer a la que le gustaba mucho la disciplina y el orden pero luego era muy cercana», recuerda al hablar de ella y no sin emoción.
También emoción siente, reconoce, al recordar aquellos primeros años en los que todo el equipo del Milagrosa-Las Nieves «éramos muy jóvenes». «He tenido muy buena relación con todos mis compañeros», asegura esta mujer afable y cercana que se lleva muy gratos recuerdos, por ejemplo, de las cenas de Navidad que compartía la familia de este centro educativo. «Yo iba muy contenta a trabajar. De todos estos años hago un balance muy bueno», reconoce Rosa al hablar de su paso por este colegio que ha sido su segunda casa.
Viajar, algo que le gusta «mucho», e ir a recoger a sus nietas Alba y Elsa al colegio, «lo que no he podido hacer nunca», son dos de las cosas a las que Rosa, que para quienes fuimos a Las Nieves siempre será Rosa 'la de portería', dedicará a partir de ahora el tiempo libre de una jubilación muy merecida.