Hace menos de un año que Irene Esquilas Pérez (15 de julio de 1997) ejerce como técnico de prevención de la Asociación Española contra el Cáncer (AECC) en Ávila. Un tiempo que ha servido para hacer 'piña' con sus compañeros y para descubrir que la gente no tiene la sensación de riesgo que una enfermedad como el cáncer debería tener, al menos en cuanto a la prevención.
Irene es una joven abulense, psicóloga de profesión y que logró conseguir su sueño de quedarse a trabajar en Ávila, rodeada de los suyos. Su familia, tanto materna como paterna, son todos de Ávila, una parte de Ávila capital pero también de la provincia. Ella se crió en el barrio de la Zona Norte y de ese tiempo solo tiene recuerdos felices de su infancia, de ese tiempo «jugando con mis amigos del colegio en las distintas plazas, subiendo al Grande cuando ya eras un poco más mayor, cuando te permiten moverte con un poco más de libertad, el Carrefour, que hemos pasado muchas tardes allí, resguardados del frío y de la lluvia».
Estudió en El Pradillo y luego en el Vasco de la Zarza y de ahí llegó el momento de ir a la universidad. En su mente estaba dedicarse a algo que «fuese social» pero hasta el Bachillerato no encontró que su camino sería la psicología porque también tenía otras opciones como trabajo o educación social. Pero finalmente, «con una conversación profunda que tuve con mi hermano, descubrí que mi vocación era más en la línea de psicología. Y luego ya me fui para Salamanca a estudiar. Estuve allí los cuatro años de carrera» y luego el máster. «Por suerte o porque lo trabajé lo suficiente» logró entrar en el máster habilitante en la Universidad de Salamanca, con la oportunidad de terminar la carrera y empezar directamente estos nuevos estudios.
Ese tiempo lo recuerda como «una de las épocas más bonitas de mi vida. Creo que si tuviese que recomendar algo a alguien que está un poco dudoso sobre si hacer una carrera o no, se lo recomendaría, no sólo por el hecho de que puede salir de tu entorno sino porque conoces a muchísimas personas. Tienes experiencias de vida que quizás no vas a volver a tener nunca por la edad que tienes, pero también por el entorno en el que te encuentras. Para mí Salamanca, puedo asegurar que tiene de los mejores momentos que puedo haber vivido hasta el momento. Es una experiencia, no solamente el salir a Salamanca, sino el estudiar una carrera, encontrarte con personas que tienen gustos muy similares, que piensan muy parecido o simplemente que la vocación que tienen es tan similar. Creo que es muy enriquecedor a nivel personal».
Es verdad que el máster la 'pilló' justo en la época de la pandemia por lo que es una experiencia de diferente porque cuando estaba a la mitad tuvo que regresar a Ávila. Ya no volvería a Salamanca, aunque sí terminaría esta formación.
Lo que hizo a continuación es comenzar a trabajar. «Se me hacía como mucha bola estar en casa», asegura, después de todo el tiempo que lo tuvo que hacer por la pandemia. Hacía falta «un poquito de movimiento» y ella se puso a trabajar mientras terminaba el máster.
Su primera experiencia laboral fue en una perfumería en Ávila. «No tenía nada que ver con lo mío, porque al final hasta que no tienes el máster no puedes acceder a puestos de psicólogo. Pero la verdad es que fue una experiencia muy grata. Al principio la cogí como un poco temerosa, como creo que cogemos todos el primer trabajo, pero luego me pareció muy interesante. Creo que para saber tratar de cara al público tienes que tener ciertas habilidades que hasta que no estás de cara al público no las desarrollas. La verdad es que de ese tiempo que he estado trabajando en la perfumería me llevé muchas cosas a nivel personal. Y a nivel laboral también te da mucha experiencia», asegura.
Aproximadamente un año y medio estuvo trabajando en este puesto mientras llegaba el momento de buscar un trabajo ya más relacionado con sus aspiraciones y con el corazón puesto en poder quedarse en Ávila, aunque no descartaba tener que irse fuera. El problema era que no salían ofertas de trabajo y en las que había pedían una experiencia que ella no tenía. Pero el rumbo, que no era muy halagüeño en ese momento, cambió el día en el que encontró una oferta de trabajo que se adecuaba a su currículum. Era la oferta de técnico de prevención de la AECC a la que se presentó y todo fue bien. «Me cogieron y pasé directamente de trabajar en la perfumería a poder trabajar en la asociación», dice, en un área que a ella le gustaba, porque quería algo social, aunque también es cierto que nunca se había planteado cómo conseguirlo.
Pero lo logró en este puesto de trabajo, aunque ella nunca se hubiera planteado directamente trabajar solo en el área oncológica. Supuso una oportunidad porque vio que «me podía enriquecer mucho a nivel personal, que lo que ofrecían a nivel laboral me gustaba, los proyectos que proponían me parecían muy interesantes. Creo que podía ser algo muy interesante».
La incorporación se hizo de forma paulatina, primero con la formación, «de la mano de compañeros que te van guiando en la labor, y luego ya vas emprendiendo tu propio camino en base a las a las directrices que vamos teniendo» y así pudo descubrir que trabajaba en una área «que estaba muy poco explorada. Me refiero al área en cuanto a la prevención del cáncer. Sí que es verdad que todos, por suerte o por desgracia, tenemos a alguien que nos toca, sabemos lo que es, pero cuando realmente te pones a trabajar en la prevención, ves que la población tiene la sensación de que no tienen riesgo de padecer cáncer. El trabajar, que la gente adquiera un poquito de sensibilidad y de conciencia de cuáles son los factores de riesgo, de por qué se debe de prevenir el cáncer, creo que es muy importante y ya es algo que yo pensé que la gente tenía como más interiorizado».
El día a día en su trabajo es «muy diverso» porque tienen varios proyectos en marcha. «Uno de ellos son las rutas saludables, que buscan generar un hábito de vida saludable» o fomentar que personas que no realizan una actividad física «gracias a estos paseos tengan la oportunidad». Son unos paseos que también se realizan en algunos puntos de la provincia, dinamizados por voluntarios de la asociación.
También se hacen actividades en colegios, para fomentar los hábitos de vida saludable, dirigidos tanto a la alimentación como a la actividad física.
A ello se une su trabajo para conseguir espacios libres de humo, como sucede en la capital con la Muralla pero también en Arenas de San Pedro con el adarve del castillo. Pero se quieren incorporar más espacios para que «los menores de edad o aquellas personas que no fuman no se estén perjudicando por el humo de ese tabaco».
Desde el área de prevención se trabaja también la deshabituación tabáquica para que «esa gente que fuma también al final pase a ser no fumador o ex fumador».
Junto a estas tres líneas de las rutas saludables, actividades en los colegios y espacios sin humo, está también la participación en las diferentes campañas. Así sucede, por ejemplo, con la de sensibilización del cáncer de mama, de colon a través de mesas informativas, o las campañas de tabaco, para lo que también se fue a universidades. Aquí es especialmente importante concienciar a los jóvenes, no solo en el tabaco sino «también la utilización de vapeadores puede llegar a ser perjudicial». La campaña para prevenir ante daños del sol también fue importante, dirigida tanto a población adulta como a población infanto juvenil, adaptada a los diferentes públicos «con el fin de concienciar de que el sol es muy bueno pero debemos también de protegernos de él».
Irene reflexiona en que el trabajo que realiza supone una «satisfacción personal. Una de las cosas que, por lo menos para mí, a nivel personal, y hablo desde mi experiencia, es muy complicado, es trabajar en lo que te gusta», dice, por las pocas ofertas de trabajo. Pero es que en su caso no solo ha logrado esto, que es «muy satisfactorio», sino también haberlo alcanzado en su casa, en Ávila. Esto permite que ahora también vaya mirando al futuro, viendo las demandas que van surgiendo y adaptando las ideas y los programas. Por ejemplo, en el tema del tabaco, «no solamente quedarnos en fumar es perjudicial para nuestra salud, sino ahondar en esas nuevas formas de tabaco. Y si queremos llegar a los jóvenes, que son el objetivo principal, debemos de ver cuáles son esas necesidades o esas demandas que nos están requiriendo».
Y estas ideas serán posible gracias al trabajo en equipo, en el caso de la AECC con todas mujeres (en las trabajadoras) y con un «muy buen ambiente». «Creo que el trabajo en equipo que se hace es muy importante y es que, si no hay ese trabajo en equipo y ese buen ambiente, realmente no podríamos cubrir esas necesidades. Es un engranaje». Y de ese engranaje, Irene es un eslabón que ha encajado.