Nada menos que 40 años de los 58 que tiene en su haber Luis Blázquez los ha pasado en sus negocios en Cebreros. Nacido allí y de familia hostelera asegura que él y su hermano son la segunda generación. Sus primeros pasos los dieron en el bar de sus progenitores.Después llegó el tiempo de emprender y lo hicieron enfocados al comercio. Ahora tienen dos comercios en la calle principal, pero los primeros pasos los dio «en la calle de Ávila» con una tienda «con un poco de todo; papelería, droguería, fotocopias, imprenta rápida... Después tuvimos videoclub». Reconoce que han sabido y han tenido que evolucionar con la sociedad cebrereña. Quizá sea lo más difícil de emprender en un pueblo porque «llevarlo aquí significa que hay que diversificar por evolución de población que ha envejecido. Y es que hace 20 ó 30 años la mayoría de la población rondaba los 50 años y ahora se acerca más a los 80 y claro, más que un comercio somos un punto de servicio».
A esa dificultad han sabido hacer frente año tras año, han vivido tiempos más boyantes, como en los 90 en los que tenían abiertos tres negocios, ahora son dos los que llevan entre los hermanos, si bien acaban de empezar con el despacho de la bodega cooperativa, con la venta de vino al público.
Las ventajas de vivir y trabajar en Cebreros las tiene meridianamente claras y se podrían resumir en sencillamente «aquí lo que tenemos es calidad de vida». En mayúsculas porque «estoy a cinco minutos de mi casa al trabajo, la vida es tranquila y sin agobios», ¿Qué más puede pedir Luis Blázquez, quien además es el presidente de los empresarios de Cebreros?
Miri Mendes tiene nacionalidad belga pero es nacida en Caracas, prácticamente acaba de llegar a Cebreros, en donde hunde sus raíces su marido Antonio Ruiz. Sus abuelos eran del pueblo pero emigraron hace décadas, sin embargo Antonio nunca desconectó y pasaba temporadas en la localidad. El matrimonio compró y rehabilitó una vivienda y en ello estaban cuando descubrieron otro inmueble a escasos metros del Ayuntamiento en el que vieron la posibilidad de emprender. Dicho y hecho. Lo compraron, lo rehabilitaron siendo especialmente escrupulosos con la historia del edifiicio y ahora tienen dos negocios en marcha. Cebreterra Store, una marca paraguas que acoge a todos los empresarios de la zona que quieran exponer y vender y un centro de turismo rural con sólo tres habitaciones especialmente cuidadas y con inmejorables vistas. «Llevamos abiertos desde el día 7» cuenta Miri Mendes.Se refiere al mes pasado y en tan poco tiempo «hemos cambiado tres veces la exposición de los artesanos, cada vez vienen más» y damos fe de que se vende bien. Hay verdaderas obras de arte, joyería, cerámica, ganchillo, jabones naturales que también se llevan a las habitaciones que en breve van a aparecer en booking y que tendrán su propia web. Para Mendes ha sido este pueblo un gran descubrimiento en el que, por el momento, son todo ventajas. Calidad de vida, estar a un paso de grandes ciudades... Ya han sentido el apoyo de los empresarios que les han mandado a los inquilinos que han estrenado el alojamiento rural.Se confiesa esta empresaria «enamorada de Cebreros» y ofrece su empresa para «ver el pueblo desde otra perspectiva y a disposición de quien lo desee».
Cebreros, tierra tranquila y con servicios para asentarse
- Foto: David Castro
Diana García es empresaria y ganadera y, junto a su padre y dos profesionales más, atiende una explotación con 800 cabras de raza Florida. Tiene 31 años, pero le ha dado tiempo a ver mundo antes de volver al pueblo de la familia. Un retorno que, ahora, no cambia por nada. Antes de volver a Cebreros trabajó en Ávila y Madrid lo hizo en una mutua de accidentes, como maquilladora profesional y experta en protocolo. El retorno ha sido un acierto porque aquí lo que «yo tengo es calidad de vida: tardo 5 minutos en llegar al trabajo, pasa cualquier cosa y me puedo escapar, también organizar mi propio calendario», y luego Cebreros «es un pueblo que tiene de todo, estamos cerca de todas partes y además para tu día a día tienes servicios porque al final... Tú no vas todos los días al cine o al teatro y, en caso de que quiera tengo Ávila a 35 minutos y Madrid, a 50». Hace algo que le apasiona «porque a mí me han gustado mucho los animales y al final te das cuenta que son mucho más agradecidos que las personas». Sabe lo que es trabajar mano a mano con otros ganaderos, colaborar en investigación..., además, poder tener el control de la situación es importante porque aunque es un trabajo de 365 días al año (el único inconveniente que detecta), al tener un buen volumen de ganado nos permite tener m´s trabajadores, turnarnos y disfrutar de fines de semana, fiestas y por supuesto del Carnaval». Su negocio está en la producción láctea, pero también en la venta de animales vivos. Comenzaron a nivel nacional, pero ahora exportan a Francia, Italia, Portugal y Países Bajos.La versatilidad de la raza Florida y el cambio climático están detrás de esas exportaciones.