María Victoria Muñoz Arenas, abulense activa y solidaria que tras la pandemia encontró en la poesía un campo para disfrutar un poco más de la vida, presentó este martes su segundo poemario, un libro íntimo, intenso y honrado en el que busca y consigue que la palabra ayude a que «la vida sea más llevadera, más bonita, porque si no tuviéramos el objetivo de crear belleza en nuestro entorno no cumpliríamos como debemos con la sociedad».
Palabras, pájaros y cobijo es el título de este poemario, que ha nacido de la necesidad que siente su autora «de escribir para sentirme viva, para curarme, pero también para que no me deje indiferente todo lo que pasa a mí alrededor, un montón de cosas que quiero plasmar en palabras».
Está segura María Victoria Muñoz de que «la literatura tiene mucho de terapéutico, tanto para el que escribe como para el que lee. Yo he leído muchísimo toda mi vida, he sido una devoradora de libros, de poesía menos hasta que he empezado a escribirla, y estoy segura de que la palabra sana, y si además es bella un poco más, porque da sosiego al espíritu, una armonía que nos hace mucha falta siempre y especialmente ahora».
Desde su perspectiva de «ser nada más que una humilde poeta, que empezó a escribir poesía a raíz de la pandemia y lo que estoy haciendo es aprender», reflexiona que «es muy difícil escribir poesía, porque viendo los poetas tan maravillosos que me rodean a veces me dan ganas de no salir, de no desnudarme más con la palabra, porque hacerlo es complejo ya que te expones a los vaivenes de la vida, a los pensamientos diferentes, y hay quien podría decir que yo, con todo eso que han hecho otros y otras tan bien, ¿para que escribo?».
Pero a pesar de esas dudas que a veces le asaltan, María Victoria Muñoz manifestó su intención de «seguir escribiendo poesía porque necesito, como dice la poeta Chantal Mailard, escribir para curarme, escribir para sentirme viva. Ella lo hizo cuando su hijo se suicidó, no podía vivir y la poesía le ayudó a superar ese dolor, y a mí la poesía me está viniendo muy bien para seguir activa, tanto que cada día necesito escribir».
El título del poemario, acabó, «resume en estas tres palabras la esencia de su contenido, porque las palabras, para mí, son el agua con el que riego y alimento la escritura; los pájaros son la música que arrulla el ritmo y la armonía de mis poemas, y el cobijo es la urdimbre materna que necesito para sentirme arropada además del hilo conductor de mi poesía; necesito cobijo y también necesito que las personas tengan un cobijo, que estén protegidas… y si todo ello es compartido su valor se multiplica, y eso es precisamente lo que yo busco conseguir con mi poesía».