Los componentes del conflicto de Oriente Medio son prácticamente los mismos que en el origen, hace setenta y cinco años. A saber: incumplido mandato de la ONU para la constitución de dos Estados, derecho de Israel a vivir entre fronteras seguras, sistemático arrinconamiento de los palestinos, política de hechos consumados, guerras y los asentamientos que siempre derivaron en la incorporación de más territorio al Estado israelí, poder de veto de EEUU que siempre se ejerció de forma asimétrica, desigual reparto de fuerza y razón entre las dos partes del conflicto, incapacidad de los palestinos para organizarse en torno a un proyecto común (Cisjordania y Gaza, nacionalistas y religiosos, Al Fatah y Hamás) etc., etc.
Nada que no supiéramos, por tanto. Todos esos componentes han vuelto a aflorar en el actual conflicto de Gaza, desencadenado por los brutales, execrables, inhumanos actos terroristas de Hamás sobre la desprevenida población israelí. Además de falso, es injusto afirmar que el presidente del Gobierno español se ha puesto al lado de los terroristas de Hamás, simplemente porque en el lado palestino se ha ensalzado la "audacia" de Pedro Sánchez.
De audacia, nada, pues nada tiene de audaz ver lo que está ocurriendo en Gaza como una devastadora catástrofe humanitaria. Y eso también lo ha señalado Sánchez al calificar de desproporcionada la respuesta israelí, a la luz del derecho humanitario y las convicciones democráticas del régimen de Tel Aviv. Las que compartimos en esta parte del mundo civilizado. Israel es de los nuestros. Y por eso el mayor nivel de exigencia ha de proyectarse sobre quienes comparten nuestros valores. No es el caso de los terroristas de Hamás, que asesinan en nombre de Dios y beatifican el odio contra el vecino judío.
Vayamos a los valores. He aquí la clásica tríada fundacional de Europa: Democracia, Derecho y Humanismo. Elecciones libres, legalidad y derechos humanos ¿Estamos o no estamos? ¿Nos lo tomamos en serio o lo recitamos solo para ponernos estupendos?
En el mitin rojigualda del PSOE, Sánchez invocó las razones humanitarias de la posición española, que reparte culpas en la aplicación de los valores imperantes en la parte civilizada del mundo. Eso le está granjeando muchos reproches. Básicamente, por crear un nuevo conflicto diplomático con Israel. Y en ese punto algunos creemos que, como dijo el almirante Méndez Núñez, "más vale honra sin barcos que barcos sin honra".
Soy consciente de que las razones de Sánchez pueden sorprendernos por tratarse de un dirigente político con probada tendencia a cambiar principios por sillones. Así que, aunque el salmo del marino gallego no sea de aplicación al actual presidente del Gobierno, por aquello de que la excepción confirma la regla, ¡viva la excepción!