PAN, bollería y productos de pastelería por encargo, embutidos, chucherías, chocolatinas, bebidas, prensa, loterías y mucho más. Esta es parte de la oferta de La nueva Mauri, el quiosco con décadas de historia ubicado en la zona sur de la ciudad –en los alrededores del Hospital Provincial– y que hace dos años cogió nuevos bríos de la mano de sus nuevos propietarios, tras la jubilación de los anteriores.
Lo explica Beatriz Zancajo Pindado, una de las dueñas y quien lleva las riendas de la tienda junto a su primo David y una empleada con el firme propósito de adaptarse a la demanda de un barrio al que está muy agradecido, por la acogida inicial y por la fidelidad de estos meses. Ella se quedó sin trabajo en la misma época en la que se jubilaban los dueños del negocio, que estaba cerca de su casa, y junto a sus padres y tíos tiraron para adelante. Así, Beatriz convirtió en emprendedora, una tarea «dura y difícil, porque hay que estar pendiente de muchas cosas», pero también gratificante. Empezó sola pero pronto vio que necesitaba más personal, sobre todo porque tiene hijos a su cargo y la tienda abre todos los días, de lunes a domingo de 8 a 15,30 h. y de 17 a 21 horas. «Solo cerramos el 25 de diciembre y el 1 de enero, como los panaderos», apunta Beatriz sobre la amplitud de horario que abarcan, lo que da idea del servicio que prestan a los vecinos.
Y es que La nueva Mauri se ha convertido también en ParcelShop. «La paquetería llama mucho, mucha gente compra por internet y al final es a una forma de dar a conocer la tienda», nos cuenta Beatriz, que trabaja con tres empresas, Celeritas, GLS y Seur, para dar la posibilidad de recoger y devolver paquetes. Se trata de «ponerse al día» y buscar todo el negocio que se pueda para salir adelante, algo que está consiguiendo. «Estoy muy contenta, es una tienda muy familiar y estoy muy agradecida a los clientes porque desde que empecé ha subido», señala.
Entre los clientes hay vecinos de toda la vida que siguen comprando la prensa o el pan, aficionados a la lotería y también chavales y profesores de los centros educativos cercanos que se toman allí su tentempié. Todo para que Beatriz, David y Alba sigan tras el mostrador y este pequeño comercio de barrio continúe abierto.