Futbolista e icono

Diego Izco (SPC)
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Nico Williams, estrella del Athletic, despertó el interés del Barcelona este pasado verano. - Foto: Javier Zorrilla (EFE)

El músico Bryan Ferry decía hace más de dos décadas que los futbolistas «llevan tiempo siendo las nuevas estrellas del pop» y el libro 'Dios es Redondo' situaba a Johan Cruyff como el primer icono del 'fútbol-pop' en el que los jugadores dejaron de ser paisanos de carne y hueso para convertirse en semidioses idolatrados por la masa. Este balompié, aún en auge, ha dado un paso más allá con estos niños de la 'Generación Z', 'nativos digitales', astutos consumidores y vendedores, conscientes de la importancia de la imagen… Iñaki ya era un Williams maravilloso, pero Nico es esa versión 2.0 (quizás no mejorada, pero sí diferente) que ha conquistado el planeta. Una nueva generación de iconos del pop gestionada con la naturalidad de quien, sencillamente, nació así. 

Nico Williams alcanzó el corazón del fútbol en esa Eurocopa del verano pasado en la que hizo 'pandi' con Lamine Yamal y juntos arrasaron los campos de Alemania con esa mezcla de desparpajo, insolencia y rebeldía: en algún punto del camino, el futbolista (víctima de la presión, de su propio sueldo, de haber tomado consciencia de su estatus de figura, etcétera, cualquiera que sea la circunstancia) se olvida del 'deporte rey' como ocio y lo asume como profesión. Nico no. No todavía. Como su amigo Lamine, el navarro sigue contemplando los céspedes como tableros de juego. Bailar en los calentamientos, reír cuando otros tiemblan, volar cuando a otros les pesan las piernas. 

Objeto de deseo

Esa forma de vivir la vida y entender el fútbol es puro magnetismo en este mercado global que busca tanto futbolistas como figuras del pop. Los 60 millones de euros de la cláusula de Nico son una tentación clara en la Premier League: esta semana ha arreciado el interés del Arsenal, que intentaría su fichaje este mismo mercado de invierno según algunos medios; pero los tentáculos del Liverpool y del Chelsea también han llegado hasta Lezama… Tarde o temprano, anticipan los 'especialistas' de los grandes mercados, el pequeño de los Williams dará el gran salto. 

Estuvo cerca de hacerlo este verano hacia Barcelona. Y ahora suspira por la bala que acaba de esquivar, ya que en la dicotomía del mercado el club culé optó por invertir sus 60 millones disponibles en Dani Olmo… que ahora se queda 'colgado' y sin ficha después de 15 partidos para seis goles y una asistencia. Nico, en un año 'extraño' por tanto rumor, está estancado en dos tantos y cinco asistencias, cifras sensiblemente inferiores a las de la pasada campaña (8+19 en 37 encuentros disputados). Será el segundo enfrentamiento entre el '10' del Athletic y el Barça: en la segunda jornada -en la que Olmo aún no estaba inscrito, por cierto-, los azulgrana ganaron por 2-1. Pero él no olvida, de sus ocho duelos ante los catalanes, el último copero de San Mamés: gol y asistencia para pasar de ronda y, finalmente, conquistar el trofeo que hoy le permite disputar la Supercopa. 

Williams 'júnior' lucha desde hoy por el segundo título de su carrera, esa que comenzó admirando los pasos de su hermano mayor Iñaki, por el que se trasladó de Pamplona a Bilbao, cumpliendo hace cuatro años su sueño de jugar a su lado: la primera pareja de hermanos en el primer equipo del Athletic desde los Salinas (1986). Era «el hermano rápido», potencia en estado puro, sin cortar ni mezclar, al que había que poner un botón de 'pausa' de cuando en cuando. Ernesto Valverde supervisó y mimó el proceso: levantar esa cabeza de pelos indescifrables era clave. Mirar a su alrededor y no sólo hacia adelante. Eso sí, sin perder nunca de vista el componente lúdico del juego, porque intentar transformar 'lo salvaje' casi siempre significa destruirlo. Nico ha aprendido a mezclar energía y poder mientras luce como un ídolo de ébano, como la bestia que camina sobre el césped pero siempre en posición de amenaza.