«Mis recuerdos siempre son con una pelota en las manos»

Alberto Sánchez
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Félix Moreno, portero del Real Ávila en la primera década del 2000, ahora transmite «esa pasión» por el fútbol como entrenador del Primera Regional Cadete del Diocesanos. Aquella 2001-2002 en la que fueron campeones «fue un año inolvidable»

Félix Moreno - Foto: Isabel García

Hay quienes tienen el fútbol en sus pies. Es lo normal. Félix Moreno lo tiene entre sus manos. Siempre ha sido así. «Mis recuerdos son siempre con una pelota en las manos». Aquellas que guardaron a buen recaudo durante muchos años la portería del Real Ávila, con el que se proclamó campeón en Tercera, logró el ascenso a Segunda B y donde siempre será uno de los jugadores más queridos y respetados por la afición encarnada. Ahora ejerce como entrenador entre los más pequeños. «Cuando dejé de jugar me tomé un descanso. Acabas un poco saturado» pero le recuperó César Jiménez, entonces director deportivo en Linko. Ahí se reenganchó a este deporte.  Entrenador en el Diocesanos de Primera Regional Cadete, lo hace por y con pasión. «Tengo el fútbol tan interiorizado que quiero transmitirles esa pasión por este deporte» reconoce quien la visita del Real Oviedo con la Copa del Rey le ha hecho revivir aquellos dos playoffs de ascenso. «Siempre nos acordaremos de aquello. De aquella grada teñida de azul... Pero también de la otra, la de rojo». Nunca se olvidará, aunque desde ahora ese recuerdo convivirá con una tanda de penaltis que también ha pasado a formar parte de la historia del equipo del Adolfo Suárez.

Madre asturiana, padre abulense –Altamiros– y 20 años de su vida «en una casa cuartel». Que sea ahora Policía Nacional no es extraño. Siempre lo tuvo en la familia y «siempre lo tuve en mente». Sus padres se conocieron en Bilbao pero él nació en Asturias, donde habían destinado a su padre. Pasaron después por Arenas, donde comenzó «jugando con Pechu». Con 8 años ya definitivamente en Ávila. «En mi familia no eran muy futboleros». A él sí le gustaba. «Como no tenía miedo al balón, a tirarme al suelo, acabé de portero». Comenzó en los Juegos Escolares, los de entonces. De ahí al Real Ávila, de alevín a juvenil, cuando pasó al Diocesanos de Liga Nacional. Dos temporadas. Siendo juvenil de tercer año lograron el ascenso a División de Honor. «El Real Ávila estaba entonces en Segunda B. No había sitio, por lo que nos tuvimos que ir –junto a Barrera, Dito y Ángel– al Béjar Industrial». Volvería dos años después junto a Gonzalo. «Volvimos con el equipo en Tercera en aquel año (2001-2002) tan bueno en el que acabamos campeones y logramos el ascenso a Segunda B». Un año «inolvidable».