La música como camino hacia el optimismo

D. Casillas
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La compositora y cantante abulense Sara Veneros presentó el martes en el Episcopio su nuevo disco, Amanece, cargado de música alegre en la que destacan ritmos llegados de sudamérica

La música como camino hacia el optimismo

Se me olvidaron la libretilla y el boli para ir tomando notas mientras escuchaba el recital – ya saben, para ir escribiendo las ideas que van viniendo durante la escucha, para apuntar alguna frase de los breves discursos entre canción y canción, para anotar algún verso que uno cree especialmente significativo e inspirado, por eso de que al papel no se le olvidan las cosas…–, y como la memoria está cada día más frágil esos apuntes mentales se iban disipando, desplazados por los que venían detrás sin descanso, con lo cual le falta a esto que están leyendo esa fuerza de lo aprehendido en el momento del impacto, que suele ser lo más interesante.

O sea, que la crónica se basa más en recuerdos que en sesudas reflexiones tomadas a vuelapluma y luego consolidadas, en esencia coincidentes con las estupendas sensaciones que también tuvieron a mi lado Paco y Vicente, y a modo de resumen bien podría decir que el concierto que ofreció el martes por la noche Sara Veneros –ya era hora de que dijese su nombre, porque es en realidad la protagonista de estas palabras– fue una estupenda experiencia de disfrute de la música, en el fondo y en la forma, una muy agradable tarde-noche de sumergirse en una música de calidad que no es versión sino creación propia, lo cual tiene un valor añadido. 

La idea era presentar en Ávila su nuevo disco, ese Amanece que está lleno de «sentimiento y verdad», pero también cupieron en la cita temas de sus dos discos anteriores, marcados por esa misma filosofía de celebración de la vida.

Apuesta Sara López Veneros por hacer de sus canciones, con las que ha llenado ya tres interesantes discos (Homónimo, Cuando la tierra suena y Amanece), un camino hacia el optimismo, hacia el bien sentirse desde el convencimiento de que la fuerza interior de cada uno es mayor de lo que solemos creer, desafío para el cual cuenta con los argumentos de unas letras inspiradas en las que no molestan los tópicos fáciles y de una música muy alegre que sirve de buen raíl para su objetivo.

Le canta Sara al viento, al agua, a la naturaleza en general, y también al ser humano para invitarle a que se integre con naturalidad y respeto en esa enorme riqueza de todos a la que tanto estamos castigando, convencida de que volver a esa comunión con el campo que tan habitual era hasta hace unos años nos hará mucho bien.

Y lo hace con arte, con esa magnífica voz que hace que todo lo que canta se eleve, que cualquier frase que entone tenga arte, apoyando su lírica en una música llena de influencias sonoras muy agradable, especialmente de Sudamérica, tanto por los ritmos como los timbres de los instrumentos que le acompañan.

A hacer muy notable la música de Sara Veneros ayuda el hecho de estar acompañada sobre las tablas por tres buenos instrumentistas con los que lleva ya una década trabajando (Leandro Aput, guitarra acústica; Eliana Mármol, guitarra y guitalele, y Sofi Pera, percusión), músicos argentinos que hacen fácil la creación de ritmos «alegres y bailables» como rumba, chacarera, carnavalito o milonga.

Sara Veneros es una buena cantante y compositora, no es casualidad que sea invitada habitual de la sala Galileo Galilei de Madrid y que llene cada vez que actúa allí (como ocurre con algún otro artista abulense), una calidad que demostró en el concierto con el que cerraba el ciclo de recitales que, organizados por el Ayuntamiento, ha puesto en valor parte de la música que se hace en Ávila.