El pintor y escultor vasco Agustín Ibarrola, creador del Bosque de Oma y, lo que es más conocido para nosotros, ha sido el 'mentor y autor' de las piedras de Garoza, falleció en la madrugada del viernes a los 93 años de edad.
Fue el pintor comprometido con su tierra y sus gentes. Fue encarcelado durante el franquismo por su militancia en el Partido Comunista y por la defensa de la lucha obrera. Como consecuencia de su activismo contra ETA y sus reiteradas expresiones en contra de la acción terrorista de la banda, 'El bosque de Oma' sufrió dos atentados terroristas. Pese a taner que vivir con escolta desde el año 2000 hasta el 2012 debido a su militancia antiterrorista, continuó desarrollando su incansable actividad artisticas hasta el final de sus días.
Fue precisamente ese activismo antiterrosrista y las continuas amenazas de la banda lo que le hizo cambiar de aires y llegar hasta un lugar apartado del centro de la península, concretamente a la localidad de Muñogalindo, y más concretamente a la Finca de Garoza, donde realizó una obra como el solía hacer, en plena fusión, plena simbiosis con la naturaleza. Su proyecto se llamó 'Las Piedras de Ibarrola'.
Garoza ha sido muy importante en la vida de Agustín Ibarrola. Cuando a comienzos de este siglo decidió dejar de vivir en su País Vasco natal para liberarse de la enorme presión a la que le sometía ETA encontró en la deshesa de Garoza de Ávila, en el término municipal de Muñogalindo, un remanso de paz y libertad en el que no solamente vivir sin miedo sino también poder practicar su pasión por la pintura al aire libre.
En este lugar recuperó plenamente sus ganas de volver a crear y, a lo largo de muchas jornadas, en las que la inspiración nació del sosiego y de un íntimo diálogo con la naturaleza que le rodea, pintó más de un centenar de granitos –son 121 las piedras que conforman el recorrido visitable– que en forma de roca viva afloran en una dehesa poblada de encinas y en la que late la memoria milenaria de los antiguos ocupantes de esos terrenos, que tienen algo de mágico.
El lienzo rugoso que era el granito creó un magnífico mundo de sentimientos visuales que fundía lo moderno con lo atávico, lo innovador con la tradición... quizás nuestros antepasados, sin tanta profusión de color como el maestro Ibarrola, hicieron hace milenios algo parecido, y lo que ahora podemos ver en este lugar sea una reencarnación de aquello.
Aquellas piedras pintadas, en las que Ibarrola aprovechó con maestría y originalidad su rugosidades, sus huecos, sus volúmenes y sus zonas planas para crear una colección de arte al aire libree llena de belleza, de hondura y significados, se convirtieron en un atractivo turístico de primer nivel que ha recibido muchos visitantes –seguramente menos de los que merece por su excepcionalidad–, una galería de arte de primer nivel, enriquecido su valor pictórico por un marco natural cautivador de singular belleza y resonancias atávicas.
Nueva iniciativa. Este año se ha presentado una nueva iniciativa nacida y asentada en Ávila, la Fundación Valle de las Memorias. Sus fines son la promoción y el desarrollo cultural, turístico, social, medioambiental y patrimonial, del territorio que comprende «el valle Amblés y Sierras de Ávila, Serrota y Paramera, con el fin de potenciar su pasado histórico, celta/vetón y medieval y aunarlo con la cultura más vanguardista, particularmente en los enclaves naturales y monumentales (Dehesas de Garoza, Castros, Castro Celta de la Mesa de Miranda, Castro Celta de Ulaca, Palacios, Monasterios, templos ruinas históricas) y todo ello desde una perspectiva sostenible y ecológica, y que se ha hecho cargo hace unos meses del mantenimiento y explotación de la finca de Muñogalindo en la que Agustín Ibarrola dejó su herencia pictórica en forma de piedras pintadas, con el objetivo de dar un nuevo impulso a su museo al aire libre que considera que está lleno de interés y de posibilidades.
Pako Barbosa, director de la Fundación Valle de las Memorias, explicaba que la misma nacía con la convicción de «relanzar esta colección de arte al aire libre «desde una perspectiva nueva» y también con la idea de reivindicar a «un gran artista que no es tan conocido como se merece y cuya obra tiene un gran valor en muchos sentidos».
El proyecto, que nació como 'Las piedras de Ibarrola' ha sido rebautizado como 'Las piedras de Garoza', pero manteniendo como símbolo del mismo el logotipo que reproduce unas líneas creadas por Ibarrola en una de las piedras que hermanan por sencillez, riqueza y espíritu con las pinturas prehistóricas. El proyecto había nacido en el año 2015 con el nombre de 'Ibarrola en Garoza'.
La visita a este centro cultural en plena naturaleza ha sido diseñada para disfrutar al máximo del espítitu del artista vasco y contempla el recorrido por las pinturas-esculturas que Ibarrola realizó sobre las piedras graníticas de la dehesa, siguiendo unos senderos habilitados en las casi 11 hectáreas que comprende el recinto y que «buscan la mínima intervención sobre la dehesa».
Ahora esas piedras se sienten huérfanas y lloran la muerte de su mentor y autor.