El sistema de tarjetas monedero aprobado este año por el Consejo de Ministros para que las familias vulnerables puedan canjearlas en determinados supermercados por alimentos u otros productos de primera necesidad, dejando así atrás las denominadas 'colas del hambre', lejos de ser una solución se ha convertido en un verdadero problema. Y es que en la provincia de Ávila, hasta la fecha, no se ha repartido prácticamente ninguna tarjeta y las familias que tendrían que acogerse a dicho sistema están sin alimentos.
El nuevo sistema de reparto de alimentos implantado por la Unión Europea, consistente en entregar tarjetas para comprar en hipermercados la cantidad de comida que venía aportando Europa hasta este año a los bancos de alimentos a través del Plan FEAD (Fondo Europeo de Ayuda a Desfavorecidos), para que estos a su vez los repartiesen entre las organizaciones benéficas que trabajan con personas desfavorecidas, debía haberse puesto en funcionamiento teóricamente en el año 2021, pero como explica el presidente del Banco de Alimentos de Ávila, Fernando Gutiérrez, «con la pandemia quedó todo parado y en 2024, viendo el Ministerio que las comunidades autónomas no estaban todavía preparadas para asumir el plan, lo que hizo fue un parche que ha funcionado mal, pues al dirigirse a familias en condiciones extremas de vulnerabilidad con hijos menores de 16 años, dejaba fuera de esas ayudas a un 30% de los abulenses en situación de vulnerabilidad».
«Estamos en noviembre y parece ser que no se ha repartido prácticamente ninguna tarjeta monedero», afirma Fernando Gutiérrez, quien indica que ya el año pasado, como el nuevo plan no cubría todas las expectativas, el Banco de Alimentos de Ávila puso en marcha un programa de Alimentos Solidarios. «El Ministerio dijo que los bancos de alimentos no debíamos preocuparnos porque nos darían alimentos para toda esa gente que quedaba fuera de las tarjetas monedero, pero hasta ahora nadie en España ha recibido nada y toda esa gente vulnerable está sin atender», señala, por lo que en Ávila este año se ha optado por volver a realizar un reparto masivo de alimentos, del que ya se llevó a cabo una primera fase ya ahora se está preparando una segunda. «En principio nos planteamos solamente dar alimentos a la gente que no estuviera dentro del marco de las tarjetas, pero estamos pensando dárselos a todos, aunque nuestro problema es que no tenemos esos recursos tan grandes», comenta el presidente del Banco de Alimentos de Ávila.
Recuerda en ese sentido que los bancos de alimentos ya no reciben la ayuda del Fondo Europeo de Ayuda a Desfavorecidos y la subvención del Ayuntamiento de Ávila se va a reducir a un tercio de lo que han percibido este año, y «aunque la Diputación Provincial ha seguido dando una aportación, no tenemos recursos para dar la cantidad de alimentos que se proporcionaban con el plan FEAD». Aún así, ya se están preparando para intentar llevar a cabo ese programa solidario de reparto masivo de alimentos y «el año que viene, se supone que las comunidades autónomas deberán coger ya el sistema de tarjetas monedero, aunque personalmente dudo que funcione», afirma.
Desde 2006. En Ávila, el Banco de Alimentos surgió en el año 2006, cuando empezaban a ponerse en funcionamiento en todas las provincias. «Vimos que había muchas familias que necesitaban ayuda porque no les llegaban los alimentos», apunta su presidente, Fernando Gutiérrez, quien explica que «al principio tuvimos bastantes problemas porque no teníamos local propio, pero seguimos adelante con una nave que nos cedieron gratuitamente».
En 2009, el Banco de Alimentos tuvo que cerrar por falta de recursos, ya que por entonces no estaba dentro del Plan FEAD (Fondo Europeo de Ayuda a Desfavorecidos), y así permaneció hasta 2010, cuando reanudó su actividad, ya dentro del programa FEAD que garantizaba un mínimo de alimentos para su reparto.
En 2014, gracias a una donación de una fundación a todos los bancos de alimentos para infraestructuras, pudieron adquirir la nave actual en el polígono de Vicolozano, que está alquilada, y desde allí realizan todos los servicios, los pedidos, las entradas y las salidas de alimentos gracias al trabajo en equipo de nueve voluntarios que son quienes se encargan de todo el proceso.
A diario reciben llamadas de las instituciones que están registradas como beneficiarias de los alimentos, algo más de 30 actualmente. Y cuando les llegan los pedidos, los preparan y son las propias entidades las que tienen que ir a recogerlos y encargarse de su posterior reparto entre las personas en situación de vulnerabilidad. Además, el Banco de Alimentos se desplaza en ocasiones a otras provincias para recoger alimentos de industrias alimentarias que tienen excedentes o que pueden cedérselos.
Pero como indica su presidente, «la vida diaria cada vez se complica más, porque nos piden muchos más controles, aunque nos parece bien que haya una transparencia absoluta y que todo lo que entre o salga del banco esté registrado». Para ello disponen de una asesoría, encargada de hacer una auditoría cada año para que se sepa dónde van las donaciones de alimentos y qué se hace con ellas.