Si hablamos de salud ocular en Ávila, uno de sus grandes referentes es el Centro Óptico Sobrino, en el Paseo de la Estación. Un negocio con más de 30 años de historia que en 2015 experimentó un cambio total de imagen, de estructura e incluso de nombre y que está en continua evolución para adaptarse a las necesidades sanitarias actuales, de la mano de Manuel Martín Sobrino.
En sus primeros años, la óptica, ubicada en el mismo local que la actual, era «un negocio mucho más familiar y más reducido», comenta Manuel Martín, que fue socio durante 22 años hasta que en 2015 decidió emprender en solitario. «A partir del año 95 fue cuando hicimos las escaleras y el ascensor y nos quedamos con la planta de arriba para hacerla de dos plantas, pasando de un local de unos 90 metros cuadrados al de 200 metros cuadrados que tenemos ahora mismo», explica, de forma que «las instalaciones dieron un cambio radical, con dos gabinetes que nos permiten dedicarnos a otras cosas, como la ortoqueratología y los estudios de tensión ocular y de retina, mucho más enfocados a lo que demanda el mundo de la sanidad, porque no dejamos de ser sanitarios dedicados a la salud ocular».
También la tecnología ha jugado un papel fundamental en esa evolución, pues como recuerda Manuel, en sus orígenes «no había ni taller de montaje de gafas, que estaba centralizado en otro sitio, y se utilizaba otro tipo de materiales. En estos más de 30 años la evolución ha sido enorme y de hecho el I+D+i va mucho más rápido que la capacidad que tenemos para asimilarlo y poderlo trabajar». En ese sentido indica que «hay máquinas que llevan en la tienda año y medio y que en un año y medio más estarán desfasadas», y eso requiere no solo «un desembolso económico importante», sino también un formación continuada, pues «desde que sales de la facultad, no dejas de hacer cursos y de reciclarte sobre nuevos materiales, cristales y tecnologías».
Y es que los cambios en este sector son tales que hoy en día «las gafas se han convertido en un complemento más de moda, con un montón de marcas, casas comerciales y muchísima más competencia», señala Manuel Martín Sobrino, quien apunta que «cuando yo empecé a trabajar, en Ávila probablemente había cinco o seis ópticas y hoy hay unas 25, por lo que el pedazo de tarta al que tocamos cada uno cada vez es más pequeño», y ante eso, lo único que cabe es «la especialización, la atención personalizada, trabajar con materiales de altas prestaciones y ofrecer mayores garantías».
Y de sus clientes, Martín Sobrino asegura que «son amigos, gente conocida que repite y que se puso sus primeras gafas de niño con nosotros y ahora trae a sus hijos. Lo mejor de esta casa son sus cliente». El secreto de esa fidelización y de su permanencia durante estos años es «la ilusión, el trabajo, la profesionalidad, el trato personalizado y la especialización», afirma. Un trabajo que realizan dos personas y que, desde la pandemia, se hace «en un 90% con cita previa, como en cualquier consulta sanitaria profesional».