Los desayunos de la Unión de Jubilados y Pensionistas de UGT llegan a su mayoría de edad y en su edición número 18 invitan al político Gáspar Llamazares, médico y quien fue coordinador de Izquierda Unidad, ahora concejal del Ayuntamiento de Oviedo. Referente de la izquierda, Llamazares señaló, en palabras a los medios de comunicación antes del acto –lleno–, que uno de los objetivos fundamentales del «neofascismo es acabar con los mediadores», con la representación de los trabajadores y sus derechos y también se refirió a que «no es extraño que el nacional populismo más genuino que es en estos momentos, el sionismo, tenga como objetivo derrotar a Naciones Unidas».
En un tono más interno, habló del debate de la amnistía, llamando «a la calma» para abordarlo y también se refirió a la situación de la izquierda señalando, ante lo que sucede con Sumar y Podemos, que hay que remar «a favor de obra».
De la amnistía dijo que es un «debate legítimo el que haya personas, incluso dentro de la izquierda, que les sea difícil compartir una medida como es la amnistía, incluso que haya otros que piensen que desde el punto de vista legal o constitucional tiene una cabida complicada. Eso es legítimo. Lo que no es legítimo, en mi opinión, es esta algarada que está montando la ultraderecha, y yo creo que al rebufo también la derecha, contra la posibilidad de la amnistía, sobre todo cuando la derecha en este país tiene una gran responsabilidad en lo que ocurrió. La principal responsabilidad la tienen los independentistas, pero también la derecha contribuyó a ello. Y uno cuando es corresponsable de una cuestión, trata de bajar la crítica de bajar el pistón».
Cree que en este caso se «está agrandando la crítica a tal nivel que se está convirtiendo casi en la legitimación del insulto. Y creo que el insulto en política es difícil de revertir porque rompe relaciones no solamente políticas, sino también personales. Por tanto, yo llamaría a la calma a abordar este debate con actitud constructiva», dijo. Es más, llamó a «enfriar» la situación política en Cataluña, para «que nos podamos dedicar a lo que importa», que es la cuestión social y territorial.
Sobre la situación de la izquierda, dejando claro que está muy comprometido con respecto a la recomposición de la izquierda que se está produciendo en el ámbito de Sumar, dijo que no comprende la estrategia que sigue el sector de Podemos. «Es difícil encajar que uno haya sido todo o mucho en la izquierda y luego ver que las cosas cambian, que uno tiene que ponerse a favor de obra», insistió, y añadió que «para la izquierda social es muy poco comprensible el que una parte de la izquierda se desagregue, precisamente en este momento en que hay una ofensiva por parte de la extrema derecha».
Por otra parte, Llamazares habló de un momento en el que «se extiende de alguna manera la mancha de aceite del nacional populismo, del extremismo radical en el mundo» y donde «uno de los objetivos fundamentales de este extremismo, del neofascismo, es acabar con los mediadores, con aquellos que, de alguna manera, representan intereses colectivos y son capaces de negociarlos», acabar con la representación de los trabajadores y con sus derechos. Y, dijo, «de alguna forma, eso es la democracia, representar intereses colectivos y ser capaces de negociarlos con otros diferentes. Y entre ellos están los sindicatos. Yo creo que el objetivo es romper esa representación de los trabajadores a través de los sindicatos, como también acabar con la representación política y, por extensión, con el Congreso de los Diputados, con lo que son las instituciones mediadoras en el mundo».
La principal representación en estos momentos de las instituciones mediadoras en el mundo en un periodo de guerra son las Naciones Unidas, añadió, y «no es extraño que el nacional populismo más genuino o el extremismo fascista más genuino que es en estos momentos el sionismo tenga como objetivo derrotar a Naciones Unidas». Y sucede cuando se cumplen 75 años de la Declaración de Derechos Humanos, «que nunca ha sido tan burlada como en estos momentos».
Y ante esta situación llama a «valorar» la importancia de las instituciones mediadoras y de las organizaciones mediadoras, como es el caso de los sindicatos de clase, para representar a los trabajadores.
«La posibilidad de regeneración de la política en nuestro país pasa», señaló, por la concertación social, es decir, «por revitalizar la negociación entre trabajadores y empresarios», y también «por el ámbito local», abogando por «recomponer las relaciones», no solo en la izquierda «que creo que están bastante bien en general», pero también «en torno a temas generales con el conjunto de la representación política».