«Luchar contra un incendio de estas características en las peores condiciones posibles planteó una extinción ardua, complicada y durísima». Así definió la jefa del servicio de Medio Ambiente de Ávila, Rosa San Segundo, el trabajo realizado para extinguir el incendio de la Paramera en el que confluyeron una serie de circunstancias que complicaron la labor de los profesionales.
Precisamente este jueves se quiso que fueran los propios técnicos quienes explicaran cómo ha sido esta labor, lo que se hizo de la mano de Ángel Iglesias, que el día anterior había ejercido como director de extinción. Explicó que el trabajo de ayer era para seguir con esa estabilización completa del perímetro, teniendo en cuenta que había zonas confinadas pero aún con puntos calientes que impedían darlo por controlado.
Destacó que entre las 12 y las 18 horas las temperaturas y el régimen de vientos están generando reproducciones, puntos calientes que generan focos de llama pequeños y generalmente puntos de humo. Con los vuelos de los helicópteros y aviones de coordinación hay una imagen constante y en directo de la naturaleza real del incendio y con las cámaras térmicas se puede saber en qué lugares hay una cantidad de calor suficiente como para poder generar un problema y así se dirigen los medios aéreos a esos puntos. Esto significa que están perfectamente localizados los puntos calientes del perímetro para trabajar.
Con datos del jueves, explicó que había cuatro zonas principales en las que se había estado trabajando. En el puerto de la Paramera, zona con un régimen de vientos más intenso; el entorno de Burgohondo, con una lengua de fuego que entró, cruzó la carretera y dio problemas al ser una zona más preocupante por la acumulación del combustible y por la dificultad del trabajo de la maquinaria; la zona del Pinar de Navalacruz, que está muy vigilada y se han hecho muchas descargas de aeronaves, y alguna zona entre Navalacruz y el puerto de Mengamuñoz, que son praderas en las que hay una ligera combustión de raíces y se está tratando de anclar toda esa zona con el trabajo de los bulldozer para evitar sustos.
En una visión general de lo que había sucedido, Ángel Iglesias explicó que el incendio se produjo el sábado por la mañana «y cogió en seguida una fuerza bastante importante». En el momento en el que pasó la sierra, entrando de la cara sur a la cara norte, «la acumulación de combustible presente en esa zona se convirtió en un factor que desencadenó el desarrollo de un perímetro del incendio prácticamente incontrolable con los medios del operativo de los que disponíamos y con otros incendios que además estaban simultáneamente».
Dijo que en este tipo de incendios «hay muy pocas posibilidades de extinción, un vez que se supera un determinado umbral para cualquier operativo». Y es que el frente de llama «es inabordable desde la cabeza, no se pueden situar personas ni tendidos de manguera que puedan cortar la cabeza, se trata de extinguirlo por los flancos».
En el momento en el que estaban trabajando los medios aéreos se produjo además el incendio de Candeleda y hubo que detraer un número importante de medios a ese incendio porque estaba amenazando la población de El Raso y eso también condicionó la evolución del incendio.
En estos incendios cree que «por muy amplio que sea el operativo de extinción», y con las condiciones a las que nos está empujando el cambio climático, «podemos llegar a extinguir 99 de cada 100 incendios pero ese incendio que hace el centenar es probable que tenga este tipo de condiciones: la velocidad del viento, las temperaturas, el factor de los incendios sumultáneos, que se haga de noche, la cantidad enorme de combustible». Son una serie de circunstancias acumuladas de carácter adverso que provocan un incendio de estas características, insistió.
Tras ese primer ataque al fuego, a lo largo del domingo se consiguió frenar el avance de las llamas y a partir de esa noche y el lunes se comenzó a trabajar en las labores del confinamiento del perímetro. Todo el trabajo a lo largo de esta semana ha sido precisamente para «estabilizar el incendio en un perímetro estable a lo largo de entorno a 140 ó 150 kilómetros que tiene», a falta de mediciones más ajustadas. Es, en todo caso, «un perímetro desconocido para los incendios de esta provincia». Por el momento, confinarlo significa mantener una línea de control de manera que haya la seguridad de que no se pueden propagar las llamas a partir de esa línea. Eso es lo que se está haciendo con los bulldozer y, donde no ha podido entrar la maquinaria, con herramienta manual a través de las cuadrillas y con apoyo de los tendidos de manguera y los medios aéreos, especialmente en las zonas más abruptas, de modo que se ha mantenido en todo el periodo de luz, tres, cuatro, cinco, hasta seis aeronaves trabajando simultáneamente refrescando todo el perímetro.
Ahora, el siguiente paso será controlar el incendio y extinguirlo por completo, pero no se sabe cuándo se llegará a este punto, aunque la evolución es muy favorable.