Exposición permanente que no hay que olvidar

D. Casillas
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El Archivo Histórico Provincial recuerda que cuenta con una colección de obras de arte abierta al público, donadas por artistas de forma altruista, que pueden visitarse a diario

Exposición permanente que no hay que olvidar - Foto: David González

El Archivo Histórico Provincial, recién clausurada la exposición Descubriendo las flores (que durante dos meses y de la mano de Anne Fouetillou, Peggy Johnston y Antonino González Canalejo han dado a conocer la belleza y la utilidad de la botánica de España y en especial la de Castilla y León), quiere apostar en este comienzo de año por recordar que, aunque en esencia es un archivo, también cuenta con obras de arte que forman parte de una exposición permanente que bien merece una visita en atención a su significación y calidad.

Esas cuatro piezas, cedidas generosamente al Archivo por sus autores en diferentes momentos, son la maqueta del Arrabal del Puente que recrea esa zona de la capital; varias obras de Eduardo Scala que juegan con las palabras para encontrarles significados nuevos; el busto de Claudio Sánchez Albornoz que 'talló' el artista abulense José Luis Pajares, y la pieza de land art creada para el jardín por Azucena Pintor, según explicó Carmen López Sanchidrián, directora del Archivo.

La maqueta del Arrabal del Puente fue realizada en 1994 por Juan Francisco García Hernández en un Curso de maquetas de urbanismo, destinado a la integración social y promoción de personas con discapacidades diferentes en edad laboral, con la participación de diez alumnos.

Este licenciado en Bellas Artes por la Universidad del País Vasco, pintor y grabador que es también autor de otras maquetas de diferentes monumentos de la ciudad de Ávila, creó esta maqueta a una escala 1:100 que permite una perfecta contemplación de la misma, una pieza de grandes dimensiones que se ha convertido, a causa del desaforado urbanismo desarrollado en la ciudad en las últimas décadas, en un «documento en 3D» de cómo era esa parte de la ciudad hace solamente tres décadas, un momento en el que aún existían la fábrica de harinas luego demolida y viviendas hoy desaparecidas, y cuando la carretera que pasa frente al lienzo oeste de la Muralla no había sido aún retranqueada y los coches pasaban a sólo unos centímetros del milenario muro.

Las obras de Eduardo Scala que se suman a esa exposición permanente, donadas por el poeta y artista tras la muestra que celebró en el Archivo en 2021, son el poema-pasaje Tiempoopmeit, una tipografía de 32 metros de longitud que recorre el pasillo de entrada al interior del edificio; el Gran Bucle del vuelo del pájaro solitario-solidario, un homenaje a San Juan de la Cruz (recuerda Scala que en ese edificio, cuando fue convento del Carmelo, estuvo encerrado el místico abulense), y el scaligrma DevenirVenir-Ir-Venir-Devenir, que llena el frontal de cada uno de los peldaños que llevan del vestíbulo al primer piso. A ello se suma, en la plaza Concepción Arenal frente a la entrada al Archivo, el poema en piedra Aquiahora, una especie de rosa de los vientos orientada según los cuatro puntos cardinales que, llena de simbología como todo lo que crea Eduardo Scala jugando con el misticismo, el lenguaje y las matemáticas, asienta su mensaje sobre un lienzo de granito de Cardeñosa al que contemplan millones de años de vida.

También en el vestíbulo, frente a la puerta de entrada al mismo, se sitúa el magnífico busto de Claudio Sánchez-Albornoz que en el año 1982 (dos antes del fallecimiento del historiador y político abulense que fue presidente de la República en el exilio) creo el artista José Luis Pajares, una pieza escultórica de enorme fuerza expresiva realizada en poliéster patinado a bronce que su autor donó al Archivo en 2016. 

José Luis Pajares, artista y doctor en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Salamanca, elaboró este busto para el concurso convocado para elegir la pieza que se colocaría en la plaza que lleva el nombre de Claudio Sánchez-Albornoz, apostando por dar a su obra no una recreación exacta de los detalles del retratado sino un desdibujamiento de sus rasgos faciales que, por lo atinado de la apuesta, ayudó a que lo esencial de su personalidad ganase más fuerza en su contemplación.

En el patio de entrada al Archivo, junto a la Muralla, puede verse la obra 98 Betilos y más, pieza de Land Art realizada en 2021 pensando expresamente en ese espacio, con la cual su autora, Azucena Pintor, quiso realizar un homenaje a las mujeres asesinadas por violencia machista entre los años 2019 y 2020 y a las personas fallecidas durante la pandemia de la covid.