Jin Cao (38 años) está cómoda en Ávila, aunque cuando vino por primera vez pensara que no iba a ser así. Ahora está asentada con su establecimiento (Uñas San Roque) y con su marido e hijos y no es algo que quiera cambiar aunque tampoco se quiera alejar del todo de sus raíces.
Esta abulense de adopción procede de Tian-Jin, desde donde vino a España porque sus padres ya estaban aquí y también por «cambiar un poco» y «ver qué había fuera». Dio este paso tras haber estudiado economía en China, donde estuvo trabajando (prácticas) en una empresa relacionada con la bolsa. Pero reconoce que no era algo que le gustara.
Sus padres habían venido a España, primero su padre y luego fue el turno de su madre para pasar después a ella, la última. Su paso por España comenzó en Salamanca, donde ya pudo ver que «hay gente muy simpática», percepción que traslada a la población en España, ya que siente que son «muy abiertos». «Se puede hablar con la gente, pasar y saludar por la calle», una situación diferente a China donde son «muchos» y todo «es más grande». Pero en España descubrió esos lugares «más pequeños» donde al principio se sentía «regular», como que no la llenaba, quizá por el idioma, por trabajo… pero poco a poco se fue adaptando y ahora afirma rotunda que le «gusta España».
Lo primero que hizo cuando vino fue estudiar idiomas en Salamanca, unos meses para acercarse más al español pero también fue despertando su deseo por cosas nuevas, de ahí su interés por las uñas y el paso por «muchas ciudades. He cambiado mucho». Y la vida haría que terminara en Ávila y esto sucedió porque conoció a su marido cuando estaba en Madrid trabajando. Este paso supuso un gran cambio para ella después de estar en ciudades como Madrid o Barcelona por lo que se planteó si podría «aguantar». Pero fue más que aguantar, fue descubrir que le «encanta» estar aquí, descubrir «la calidad» de la vida, que no haya tráfico, la cercanía de las cosas y la tranquilidad. «No sé si es porque soy más mayor», bromea.
Y este paso también supuso un cambio en su vida profesional porque antes siempre trabajaba para otros pero una vez ya asentada en Ávila decidió intentar ser su propia jefa. Esto supuso dejar de lado «el miedo» y montar un negocio como el que hoy tiene y donde comparte espacio con sus compañeras.
Aunque está muy asentada también echa de menos China y eso «no va a cambiar», dice. Pero incluso en eso ha habido una evolución, no son ganas de volver allí sino de compartir tiempo, volver un mes para estar cerca de sus raíces, la comida, escuchar el idioma y con eso «es suficiente». Por eso, cuando la gente pregunta si en un futuro, cuando esté jubilada, quiere volver a China, ella dice que como mucho «tres meses allí y el resto del tiempo aquí».
Pero para eso todavía queda mucho tiempo y su presente es Ávila, su negocio y su familia, desarrollar su vida en una ciudad donde está acogida.