Chema Sánchez

En corto y por derecho

Chema Sánchez


Ávila proyectada a 2039

29/06/2024

Los extranjeros que pasan por Ávila, por España en general, se sorprenden por muchas cosas. En lo estrictamente material disfrutan de la cantidad de bienes histórico-artísticos que albergan zonas como Castilla y León. Degustan una gastronomía única que ciertamente convence a las primeras de cambio. ¡Y además es sana! En lo que uno puede percibir a simple vista, les choca sobremanera lo envejecida que está la población. Algo que no se percibe entre los residentes en los países eslavos o en la América Hispana, por poner dos ejemplos que he conocido de cerca en los últimos meses, donde a partir de los 40 años el estilo de vida dista mucho con respecto a lo que tenemos aquí. También la calidad vital de la que nos hemos dotado y de quienes ya visten canas. Bien merecida en muchos casos. No sería de extrañar que algunos de los que hoy pisamos el terruño -no así en otras partes del mundo- superemos los 90 años. O no… Los avances nos han permitido ser más optimistas de cara a nuestra supervivencia que hace no demasiado tiempo. Es a lo que vamos. España se destapó como destino de turistas en la segunda mitad del siglo XX, en aquel tramo final del franquismo, y de dos décadas a esta parte, el término inmigrante, que ha ido tornando en el último lustro hacia el palabro migrante, está especialmente presente, como la identidad de quienes se asimilan con dicha definición en nuestras calles. La tendencia, en unos y otros sentidos, parece que va a persistir. De hecho, Ávila contará con 5.000 habitantes más en 2039, según el Instituto Nacional de Estadística, con un incremento importante de ciudadanos foráneos y una caída de los oriundos de aquí. Nada nuevo bajo el sol en la Europa del hartazgo. Con respecto a las personas de mayor edad, representarán al final de la siguiente década el 35 por ciento de la población, con lo que eso conlleva. Me refiero a que, en un país en el que siempre estamos temblando ante el futuro de las pensiones, más de una tercera parte de los habitantes que compondrán la pirámide poblacional estará conformada por mayores de 65 años. A ese porcentaje no pequeño hay que sumar quienes no están en edad de trabajar, que alguno habrá en ese futuro en el que, a buen seguro, ya tendremos coches voladores, al más puro estilo de Regreso al futuro. De forma que la población activa cada vez adelgaza más, y con ella la carga impositiva y la responsabilidad social que debemos asumir quienes estamos al pie del cañón. Esto al menos mientras perdure un sistema distributivo como el actual, que mantiene unos ratios recaudatorios nada desdeñables. Es lo que tiene vivir en un país en el que se regalan viajes a niños y mayores. O donde cada vez más los gobiernos se sacan de la manga gastos absurdos a cambio de votos, cuando no hay para otras cosas. Esto que durante años ha estado en barbecho vuelve a estar en primera línea de playa. Como que se primen derechos innecesarios en lugar de ciertos deberes. Eso no gusta plantearlo a políticos que van a estar un ratito en el atril. Eso, parece claro, no permite ganar unas elecciones. Y en esas estamos. Ya me entienden.