París imprime sus últimas copias

E.Carretero
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Jacinto Rodríguez planea jubilarse en mayo, cuando cumplirá 65 años, pero no quiere hacerlo sin traspasar la copistería que en 1992 abrió en la calle Las Madres de Ávila capital y que está en pleno funcionamiento

París imprime sus últimas copias - Foto: David Castro

Jacinto Rodríguez París llegó a Ávila a finales de los años 80 del siglo pasado. Natural de la localidad toledana de Parrillas, muy cerca de Arenas de San Pedro, se convirtió en nuevo vecino de la capital abulense después de que su mujer, Charo, aprobara una oposición con plaza en Ávila. Él, delineante, estuvo los primeros años yendo y viniendo a trabajar a Madrid hasta que un día decidió montar una copisteria especializada en planos y proyectos de arquitectura, cuya impresión él controlaba a la perfección puesto que parte de su día a día laboral lo dedicaba a ello.  

En mayo de 1992, el año en el que España regresó a la escena internacional gracias a la Expo de Sevilla y, sobre todo, a los Juegos Olímpicos de Barcelona, Jacinto abría en la calle Las Madres de la capital abulense Copias París, una copistería a la que puso por nombre su segundo apellido pese a que en la época muchos vieran en el rótulo un guiño chic. «En mi pueblo es un apellido muy habitual», explica Jacinto que una vez salió de Parrillas, lo que ocurrió con 14 años para estudiar en Sevilla, ya siempre fue «París» para todos sus conocidos. De ahí, el nombre de su negocio.  

Recuerda Jacinto que su copistería fue la primera de Ávila en contar con una máquina que ampliaba y reducía, una utilidad muy demandada en el sector de la construcción para el tema de planos, lo que hizo que pronto muchas constructoras y promotoras de la ciudad se convirtieran en clientes. Es más, recuerda incluso que demandando este servicio venían hasta clientes de Segovia donde en aquellos tiempos no había ninguna copistería que tuviera una máquina como la suya. 

De hecho, hasta 2009, coincidiendo con la crisis del ladrillo, prácticamente toda la actividad de Copias París se centró en tema de planos y construcción. «Entonces de cada proyecto se imprimían siete u ocho copias», recuerda Jacinto que apunta que Colegio de Arquitectos, comprador, Ayuntamiento, promotor y arquitectos necesitaban una o varias copias de cada visado. Tal era el volumen de actividad que en esta copistería llegaron a trabajar tres personas si bien con la crisis Jacinto tuvo que despedir a sus dos empleados. 

Al reducirse el trabajo relacionado con la construcción Copias París empezó a dedicarse a la impresión para estudiantes, encuadernaciones y también a la publicidad. En los últimos años, a la impresión de temas, documentación personal o formularios también se ha unido el escaneo de papel, un servicio cada vez más demandado por los clientes que quieren conservar en archivos digitales la ingente cantidad de documentación en papel que todos atesoramos y que es necesario conservar. 

tecnología «La forma de trabajar ha cambiado mucho en estos años. Antes el trabajo era muy manual», apunta el dueño de Copias París al hablar de cómo la tecnología ha influido en su negocio desde que abrió. «Empecé con una máquina que imprimía 25 copias por minuto a una sola cara y ahora tengo una que imprime 90 copias en ese tiempo y por las dos caras», pone como ejemplo de esos avances que también permiten que desde el ordenador y dándole a un solo botón pueda imprimir más de 1.000 páginas. De hecho, muchos de sus clientes ya no llegan a su tienda con el papel en mano sino con un pen  con archivos digitales del que quieren sacar copias. «Tengo una colección increíble de usb que la gente se ha dejado olvidados esperando a que vengan a por ellos», dice a modo de broma y cómo ejemplo del peso que lo digital ha adquirido en su negocio. 

 Después de más de tres décadas al frente de Copias París Jacinto espera dejar de imprimir en breve. No en vano, el próximo mayo cumplirá 65 años y su idea es jubilarse. Sin embargo no le gustaría hacerlo sin traspasar un negocio que, asegura, está en funcionamiento y que «da para cubrir gastos y para sacar un sueldo».

«Cómo lo vas a dejar», asegura que le dicen sus clientes cuando se van enterando de que en breve se jubilará. Por ellos también espera Jacinto que alguien coja este negocio y evite así que París deje de imprimir.