Amaneció el 6 de enero en Ávila con toda la ilusión que cabe esperar en un Día de Reyes en el que, ante todo, los más pequeños de la casa viven con los nervios a flor de piel durante toda la jornada. Ese dormir con el ojo medio abierto hasta que los mayores dan el visto bueno para saltar de la cama y ver qué han dejado Sus Majestades era la tónica general, correr por los pasillos, mirar bajo el árbol, buscar el nombre de cada uno y desembalar sin ningún cuidado para descubrir la sorpresa y disfrutarla (por fin). Este año el gran día ha caído tremendamente bien y eran muchos los pequeños que podían pasarlo con la familia porque... Festivo y en sábado da para mucho. Con las prisas la mayoría se olvidaban hasta de desayunar pero también a buen seguro esos roscones que son tradición les ayudaron en muchos casos a coger fuerzas para sacar partido a un día que también se caracteriza por las reuniones familiares que cada vez más son fuera de casa. Bares y restaurantes llenos era lo normal en la ciudad. Está claro que para esta época si uno no es previsor y reserva con bastante antelación tiene difícil coger mesa para darse un buen homenaje culinario de puertas a fuera. Son muchos días y aquellos que han estado a los fogones en Nochebuena, Navidad, Nochevieja y Año Nuevo quieren que se les dé cuartelillo y que sean otros profesionales, los de la hostelería, los que les pongan la comida en el plato mientras todos los miembros de la familia al unísono y sin más quehaceres despiden unos días de muchos excesos y más ilusión. Ya sólo queda este domingo para echar el cierre, un domingo por cierto en el que empezará periodo de rebajas y en los que muchos aprovecharán para cambiar los regalos que en Reyes recibieron.