Ritmos estivales al son rural

Juan Javier Ríos (EFE)
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La 'Potra salvaje' se ha erigido como la canción del verano, pero su melodía pegadiza y la voz de Isabel Aaiún van más allá, ya que ponen en valor la España vaciada y la vida en los pueblos

La cantante segoviana actuó en agosto en La Gallega (Burgos), un pueblo de 40 habitantes que reunió a 3.000 fans. - Foto: Alberto Rodrigo

Pasa cada cierto tiempo y ha vuelto a ocurrir: la codiciada canción del verano, esa letra y música pegadiza que suena en verbenas, ferias y demás eventos gira la vista al mundo rural gracias al impacto de la canción Potra Salvaje que coge el testigo a otros éxitos como Opá y el Tractor amarillo.

Como suele ocurrir en muchos de estos casos, ni sus propios intérpretes podían sospechar este éxito inesperado.Así le ocurrió al malagueño Manuel Jesús Rodríguez (El Koala) y así le ha ocurrido a la segoviana Isabel Aaiún con su Potra salvaje.

Esta última canción llevaba más de dos años lanzada en canales como Youtube, pero ha sido un remix y una Eurocopa de por medio, con los jugadores de la Selección Española de fútbol bailándola y tarareándola, la que han terminado por catapultarla a la fama.

En este veraniego tema, la clave para hacernos viajar al mundo rural es la estética de la propia cantante (jinete de profesión y cetrera de afición), el videoclip grabado en una explotación ganadera abandonada y en parajes de la España vaciada.

En el caso de Opá, yo viazé un corrá es un poco todo, desde el videoclip en el campo hasta la letra de la canción, que versa sobre los deseos que le expresa un hijo a su padre, con acento y dialecto sureño de por medio, para montar una granja con diversos tipos de animales.

Y en el caso del archiconocido éxito de Zapato Veloz, la letra de la canción nos hace ponernos en la piel de ese joven agricultor de pueblo que no ha estudiado una carrera en la ciudad y se ve ante el reto de conquistar a una chica con su descapotable que no es otro que su tractor amarillo.

Detrás de Potra salvaje hay un potente mensaje guiado hacia lo urbano desde el rural o así al menos lo pretende Isabel Aaiún que, aunque nacida en Madrid, se crió y vive en Veganzones (Segovia), un pequeño pueblo de apenas 200 habitantes.

Aseguraba en una reciente entrevista que los pueblos «hay que defenderlos» porque ella es una de las personas que habita la España vaciada. Un medio en el que «hay muchos servicios que no tienen la misma calidad que en la ciudad».

Por eso ve positivo el éxito de su canción que ha colocado al pueblo y a la estética de lo rural en lo más alto del panorama musical español este verano: «Si podemos dar visibilidad al entorno rural a través de la cultura, genial», subraya.

Un éxito inesperado

En el caso de El Koala, su intérprete asegura que con su música busca hacer una defensa del mundo rural porque «ha estado marginado y en el abandono en las últimas décadas». Con Opá, yo viazé un corrá, que se erigió como canción del verano 2006, alcanzó ese pico de popularidad con el que puso las costumbres y los quehaceres diarios de la ganadería en boca de todos de una forma desenfadada y hasta entrañable.

«Para mí es muy importante en las letras reivindicar el mundo rural y su pureza» porque además «es una temática que conozco bastante bien».

Reconoce que no se esperaba aquel éxito porque era «un tema más» de los 12 que contenía su disco Rock rústico de Lomo Ancho; un álbum con sonidos rock y una temática que «no estaba pensada, para nada, convertirla en canción del verano». Sin embargo, Youtube hizo su magia porque el videoclip cayó «en gracia» y empezó a escucharse y compartirse hasta conseguir encumbrarlo.

Desde entonces, El Koala sigue con su música, tiene una importante comunidad de seguidores en redes sociales, da conciertos y publica álbumes, como Vuelve la burra al trigo (2007) o El latido del campo (2011) en los que lleva al medio rural por bandera.

Otro de los grupos que dieron un golpe en el tablero musical, en este caso en el verano de la Expo y de los Juegos Olímpicos de Barcelona, fue el grupo asturiano Zapato Veloz.

Tractor Amarillo es una canción que se sigue tarareando la una mayoría de personas, se ha convertido en un letra intergeneracional, alcanzó cotas de éxito más allá de las fronteras patrias y hace una introspección en la vida íntima, deseos y aspiraciones que bien podrían aplicarse a cualquier joven agricultor de la época.

Aunque de temática más amplia, el grupo, que se refundó en 2019 con nuevos componentes, nunca ha dejado de mirar al medio rural y, de hecho, suelen mostrar en redes sociales su apoyo a las personas del campo acompañado, eso sí, con la etiqueta #tractoramarillo. 

Ejemplos todos ellos de que desde la música se le puede cantar no solo al amor o a la vida sino también a los pueblos y  a las gentes que en ellos habitan.