"A la hora de comprar deberíamos mirar más por lo local"

M.E
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Ganadero de profesión y vocación, José Antonio Hernández ocupa desde hace ocho años la Presidencia de Alta Moraña, la cooperativa de referencia de la provincia y un 'motor' del campo que da trabajo directo a medio centenar de personas

"A la hora de comprar deberíamos mirar más por lo local" - Foto: Isabel García

UNO de los recuerdos más queridos de su infancia es el de pasar por la granja a ver a su padre antes o después de ir al colegio. «Mi madre se ríe siempre porque dice que nunca tenía tarea, soy un enamorado de la vaca de leche desde pequeño». Así, con estos antecedentes, José Antonio Hernández (Ávila, 1971) no podía ser otra cosa que ganadero. Vecino de la capital abulense, nuestro protagonista de hoy creció en Santo Tomé de Zabarcos, donde tiene la explotación familiar que heredó de sus padres y que sigue dirigiendo, y donde es feliz, no en vano su «pasión de toda la vida han sido los animales y el campo». Desde hace ocho años, además, es el presidente de Alta Moraña, la mayor cooperativa de la provincia y todo un referente como fabricante y distribuidor de piensos y productos lácteos, además de un auténtico 'motor' situado en San Pedro del Arroyo que da empleo directo a medio centenar de personas entre sus distintas facetas. 

En la localidad morañega, precisamente, cursó la EGB José Antonio, aunque llegado el momento no quiso estudiar más. «Tenía claro que quería ser ganadero y sabía que tenía que formarme para ello, así que hice todos los cursos de formación que pude, siempre relacionados con el sector». Cumplió su sueño y se hizo profesional del campo, primero junto a su padre y, cuando se jubiló, haciéndose cargo de la explotación, que es de vacuno de leche y tiene una cabaña de unos 300 animales, la mitad vacas de ordeño, mientras que la parte agrícola, de unas 60 hectáreas de secano, está dedicada al forraje y ensilados para el consumo interno. «Suele ser así, al principio ayuda el hijo al padre y luego yo tuve la suerte de disfrutar muchos años de mi padre conmigo porque cualquier consejo que te pueda dar te va a ir bien», señala con orgullo quien, con el tiempo, ha ido reestructurando la explotación para modernizarla.

Hoy reparte su tiempo entre su trabajo en el campo, su vida en Ávila con su mujer y sus dos hijas y su responsabilidad en la cooperativa, a cuya Presidencia llegó hace ocho años. «Alta Moraña se creó en los años 80, como muchas cooperativas. San Pedro del Arroyo era una zona en la que había mucho vacuno de leche y hubo una serie de ganaderos que se unieron para poner en común parte de su trabajo. Al final se hace lo que se ha hecho toda la vida en el campo, una economía circular», de manera que «hay agricultores que nos entregan su cereal y con eso hacemos el pienso para los ganaderos, socios y no socios», resume. 

Alta Moraña creció con los años. «Hace doce años hubo un momento un poco complicado, hubo un cambio bastante drástico de todo el Consejo Rector, que fue cuando me incorporé, y llegado el momento, cuando se fue el presidente y como yo era el vicepresidente, decidí continuar hacia adelante animado por todo el Consejo». En la actualidad la cooperativa tiene alrededor de medio millar de socios, de la Moraña, de Ávila y de provincias limítrofes, y el año pasado alcanzó una facturación de unos 50 millones de euros, lo que la coloca entre las empresas más importantes (si no la que más) de la provincia. Su actividad principal es la fabricación de pienso, aunque también tiene una sección de elaboración de postres lácteos (leche, quesos, yogur y arroz con leche), participa en un cebadero comunitario de la raza de avileño (Carnavi) y cuenta con una granja de ovejas que fue pionera y tiene unos cuatro mil ejemplares de ordeño. En total (entre oficinas, comerciales, la tienda de Ávila, la granja y la fabricación de lácteos) registra unos 50 puestos de trabajo directos, a los que se unen numerosos empleos indirectos, por todo lo que mueve su actividad.

Muchos consumidores pueden conocer a Alta Moraña por la leche, que también se vende en algunos supermercados, pero hay mucho más. «Para mí nuestra estrella es el yogur batido azucarado, creo que no hay nada en el mercado como ese producto, que es de mezcla de vaca y oveja», indica José Antonio, quien invita a los abulenses a «probarlo» y también «a que se acerquen a ver nuestros productos a la tienda de Alta Moraña de la calle Juan José Martín porque se van a llevar una grata sorpresa». 

¿Es Alta Moraña una desconocida en Ávila?, le preguntamos. «A veces sí, me da la sensación de que para tener la importancia que tiene en la provincia y el sector somos unos desconocidos para mucha gente». En este sentido, aprovecha para animar a «mirar más por lo local» a la hora de ir a comprar leche o cualquier otro producto. «La calidad tiene un precio, aunque yo no creo que seamos caros, sino que tenemos un precio lo más ajustado posible para la calidad que damos. Pero en igualdad de condiciones hay que tirar por lo nuestro porque al final vamos a dar un beneficio en la provincia y si los municipios abulenses funcionan, la capital funcionarán. Yo si voy a un bar y veo que la leche no es Alta Moraña hombre igual no me salgo, pero no me gusta, todos deberíamos hacer un poco más por todos. Al menos yo lo hago, pero veo que no todos lo hacen», declara. 

Hoy el horizonte de la cooperativa está asegurado. «Alta Moraña tiene hoy una base muy sólida, está totalmente saneada, da beneficios y tiene presente mirando al futuro», apunta su presidente, quien añade que a corto plazo el objetivo pasa por «consolidar lo que tenemos» y por seguir adaptándose a los nuevos tiempos. «Hacemos un trabajo directo y cercano, estamos ahí para cualquier persona y ofrecemos un servicio integral», aunque «queda mucho por hacer y aún se puede llegar a más», comenta. Uno de los últimos proyectos es el de «las integraciones con terneros porque veíamos que mucha gente cerraba y las explotaciones se estaban quedando vacías».

 

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