Con las velas encendidas, como marca la tradición de las Candelas, se entró en la iglesia de Santiago Apóstol para una celebración donde los niños tenían especial protagonismo, y por eso se colocaron en la parte delantera del templo, pero sin faltar la compañía de los mayores hasta llenar la iglesia.

Así se daba paso a la eucaristía principal de la fiesta que llegaba tras una mañana que comenzaba con el pasacalles por el barrio, con la tradicional dulzaina, para recoger al presidente y a los padrinos salientes y entrantes para llegar a la iglesia de Santiago. Desde allí se inició la procesión de las Candelas con la imagen de Nuestra Señora del Socorro, que recorrió las calles del barrio en un corto pero animado camino con esa música de la dulzaina y con devotos como compañía a la imagen.

Tras el recorrido llegó el momento de entrar en el templo y crear la imagen más esperada cuando los fieles se situaron a ambos lados de la puerta del templo, rodeando a la imagen de la Virgen, con sus velas preparadas. Entonces, y tras encender estas candelas,  el obispo, Jesús Rico, procedió a la bendición de las mismas. 

Las luces de las candelas iluminan SantiagoCon el Himno de España entró la imagen de Nuestra Señora del Socorro en la iglesia, precediendo a la gente que estaba en el exterior y que fue adentrándose en la parroquia con las velas encendidas dando luz al interior del templo. Esa imagen servía para dar comienzo a la eucaristía que también tenía como objeto proceder a la bendición de las madres y los niños bautizados durante el pasado año, además de hacer la presentación y adoración del Niño Jesús en el ofertorio de la celebración eucarística. De esta forma se trae al presente el momento de esa presentación de Jesús, como el propio obispo recordó en sus palabras.

Antes de concluir la celebración estaba previsto que la cofradía de Nuestra Señora del Socorro impusiera las medallas de honor a siete hermanos y después se cantar la salve popular en honor a la Virgen.

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