Mayda Anias gana el I Premio Internacional de Poesía Élida

D. Casillas
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La poeta cubana afincada en Ávila cuenta en 'Veinte kilogramos' el drama de perderlo casi todo cuando dejas tu tierra

Mayda Anias gana el I Premio Internacional de Poesía Élida

Mayda Anias, poeta y escritora natural de Cuba que desde hace varios años reside en Ávila, donde trabaja como editora de Caldeandrín, ha sido galardonada con el I Premio Internacional Élida de Poesía, un certamen que recientemente se falló durante la celebración de la Feria del Libro de Cartagena de Indias (Colombia).

El premio le ha sido concedido a Mayda Anias por el poema titulado Veinte kilogramos, en el cual, argumentó el jurado, «a través de una metáfora ingeniosa y conmovedora nos invita a reflexionar sobre el peso de nuestras vidas y las decisiones que tomamos, sobre qué conservar y qué dejar atrás». 

La protagonista del poema es Tina, una mujer que, cuando se enfrenta a la decisión de seleccionar qué llevarse cuando abandona su tierra natal, «logra capturar la esencia de la existencia humana en términos de equipaje, un símbolo universal que resuena con la experiencia de viajar, tanto física como emocionalmente... la estructura del poema, con su enumeración de objetos emocionales y recuerdos, nos obliga a considerar nuestras propias cargas y las prioridades que definimos». Además, se añade desde el jurado, «la manera en que Tina se cuestiona qué llevar y qué abandonar es profundamente introspectiva y revela una vulnerabilidad que todos podemos comprender; la selección de elementos como 'los mejores abrazos', 'promesas' y 'ronroneos de mi gata' añade una capa de ternura y autenticidad que contrasta con las más pesadas 'rabias' y 'decepciones'. Esta dualidad nos recuerda que nuestras vidas están compuestas de momentos dulces y amargos, y que ambos tienen un peso significativo en nuestra identidad. Además, el cierre del poema con 'treinta gramos de color local' añade un toque de nostalgia y apego a la tierra, subrayando la importancia de nuestras raíces y experiencias cotidianas».

Veinte kilogramos, acaba argumentando el jurado del Premio Élida, «es un poema exquisitamente construido que ofrece una meditación profunda sobre la vida y sus cargas. Es un digno merecedor de cualquier premio literario por su capacidad para conectar con el lector a un nivel íntimo y universal».

despedirse en silencio. Mayda Anias, agradecida por un premio del que destacó que «decide un jurado de mucha categoría valorando poemas de autores de muchos países desconociendo absolutamente quién es el autor», explicó que Veinte kilogramos «es un poema breve que escribí hace ya muchos años, cuando iba a salir de Cuba» La inspiración estuvo, siguió explicando, «en el sentimiento lleno de contradicciones de que te vas despidiendo en silencio de amigos, de cosas y de lugares, y eres consciente de que en ese viaje sólo puedes llevarte el peso permitido en un vuelo de clase turista, y por eso tienes que elegir muy bien qué es lo que vas a llevar contigo, porque al fin y al cabo es un viaje de ida sin retorno».

En ese elegir algo que implica forzosamente abandonar todo lo demás, reflexiona Mayda Anias, «tienes que optar por muy poco de cada ámbito de tu vida, que al final es algo físico, como un libro, y también algo sentimental», un empeño por no dejarlo todo en el lugar del que vas transformado en verso que «andando el tiempo me he dado cuenta de que no es un poema particular o autobiográfico exclusivamente, es también el drama de millones de personas que se tienen que ir forzosamente de sus lugares de origen y que con suerte pueden cargar 20 kilos de equipaje, porque hay quien puede irse exclusivamente con su persona y nada más».

Desde la perspectiva de que lo que se cuenta en este poema es intemporal y no propio de un ámbito geográfico concreto, porque «este drama de los desplazamientos de grupos humanos es muy antiguo y por lo que vemos va a continuar cada día más», añade Mayda Anias que «al escribir ese poema también quise hacer un poco de justicia al alma humana, declarando que prefiero no ocupar ningún espacio con decepciones, con rabias y con odios que a la larga solo lastran la existencia humana, y en vez de eso  llevarme cosas sentimentales, emotivas, recuerdos felices de otros tiempos». Y, acabó, «queriendo pensar siempre que el alma humana tiende a ser más buena que mala, y desde esa perspectiva cargar también en esas obligadas mochilas personales las cosas buenas que se han vivido».

ARCHIVADO EN: Poesía, Cuba, Ávila, Colombia