M. Rafael Sánchez

La mirada escrita

M. Rafael Sánchez


Rituales de fuego

30/12/2024

Para el filósofo griego Heráclito el fuego era elemento de transformación y regeneración, pues de él nacen todas las cosas y a él vuelven. Si queremos representar al sol, ese dador de vida sobre la Tierra, desde culturas ancestrales -y por todo el planeta- se ha hecho asociándolo con el fuego. Y en estos días hemos celebrado el solsticio de invierno, que es el renacer del sol en ese ir haciéndose los días más largos, más intensa la luz cual promesa de renovación de la vida sobre la Tierra.

Es habitual ver por los valles abulenses, en estos días soleados, el levantarse columnas de humo que nos revelan que al acopio de poda se la está dando fuego. Y así estamos en ese quehacer, en nuestro caso con la poda del encinar. La encina es un árbol humanizado, no se forma por sí sola si no interviene el trabajo de la sierra o de la tijera de poda. Cuando vemos una hermosa encina centenaria que está sana y equilibrada en su forma, tenemos que saber que ha llegado a ser lo que hoy es gracias al trabajo que sobre ella han ido haciendo generaciones de personas. Y hoy es una lástima ver montes de encinares abandonados que van envejeciendo y que no son renovados con la formación de nuevas encinas a partir de su matorral, de esa carrasca de hojas picudas. Les confieso que disfrutamos del ir podando las ramas secas de las encinas y de ese ir haciendo nuevas encinas pelando el tronco de ramillas que no la dejan crecer hacia su cenit.

Este hacer sobre la encina es, metafóricamente hablando, como el hacer sobre uno mismo. Llegan momentos en que ciertas ramas se secan y que otras buscan hacerse a la luz. Desembarazarse de lo viejo para que pueda crecer lo nuevo, tal como el evangelista Marcos refería respecto a los paños y odres viejos, que pueden arruinar el vestido o el vino nuevos. A veces sentimos que determinadas creencias, emociones o personas nos están haciendo daño y que deberíamos desprendernos de esas cargas que arrumban sobre la espalda y el ánimo.

En este ejercicio de memoria que nos impela al fin de año, uno no puede por menos de agradecer las fortunas recibidas a lo largo del mismo. Que en mi caso tienen que ver, en parte, con esas personas que son familiares de maestros y profesores que ejercieron en nuestra provincia durante la Segunda República y que han mostrado generosidad y disposición de ánimo para reparar entre todos esa herida colectiva que tras casi nueve décadas aún supuraba. Sí, es final de año y es buen momento para recordar y hacer memoria personal y colectiva. Y también para hacer acopio de ocultaciones, mentiras, miedos, ideologías y credos que, cual palos viejos, golpean a unos contra otros. Todo esto, a la poda y al fuego y que crezcan las ramas que buscan acomodo de vida para dar fuerza renovada al árbol. Déjenme soñar, es fin de año y la encina ha de crecer hacia la luz.

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