Saben, siempre me ha llamado la atención que cuando Israel llega a acuerdos con las autoridades palestinas para intercambiar "rehenes", los israelíes valoren tanto a cada uno de los suyos, que los "cambian" por decenas de presos palestinos.
De ahí que cuando el pasado 7 de octubre los milicianos de Hamás atacaron Israel, asesinando y secuestrando a cientos de jóvenes que asistían a un concierto cerca de la frontera con Gaza, solo cabía esperar que si ambos contendientes llegaban a negociar, el primer punto sería la liberación de rehenes israelíes a cambio de presos palestinos. Y así ha sido.
En las negociaciones que se han llevado a cabo entre las dos partes, el principal objetivo para Israel ha sido la vuelta a casa de los secuestrados, para Hamás la de sus combatientes presos en las cárceles de Israel.
Pero volviendo al principio, vuelvo a señalar lo que a simple vista pudiera parecer una desproporción: liberar a tres mujeres a cambio de noventa combatientes de Hamás.
La única explicación es que en el ADN de Israel está la de no dejar nunca atrás a ninguno de los suyos. Cada familia, cada israelita, sabe que en caso de ser rehenes de cualquier facción palestina, el Estado hará lo imposible por rescatarlos. Nunca dejan a los suyos atrás, tampoco a los cadáveres de los asesinados.
Echando la vista atrás encontramos varios ejemplos: por no ir demasiado lejos, en 2004 Israel liberó a 450 palestinos a cambio del empresario Elhanan Tannebaum que había sido secuestrado por Hezbolá en el año 2000. En el acuerdo se incluyó la recuperación de tres cadáveres de soldados israelitas.
En otra ocasión, en 2011, Israel intercambió a más de mil presos palestinos por un joven soldado llamado Guilad Shalit.
Ahora a tres de las mujeres secuestradas el 7 de octubre por noventa presos.
Y por lo que ha trascendido de las negociaciones de Israel con Hamás los siguientes rehenes, además de cadáveres, que se recuperen serán a cambio de cientos de presos palestinos.
Pero más allá de esta liberación de rehenes y presos lo importante es que las negociaciones continúen para lograr que Israel y los palestinos sean capaces de llegar a un acuerdo que acabe de una vez por todas con el estado de guerra en que viven inmersas ambas comunidades.
La Autoridad Palestina ha pedido hacerse cargo del "gobierno" de Gaza. No sé si esa es la solución, un paso hacia una solución, o no es solución, pero lo importante es que no se cierre ninguna puerta, ninguna posibilidad para que Israel y las organizaciones palestinas continúen hablando para encontrar la manera de vivir en paz. No hay duda, si hay que elegir entre Hamás, una organización terrorista, y la Autoridad Palestina, que viene demostrando que es capaz de gobernar con acierto Cisjordania, pese a las muchas dificultades que tiene que afrontar a cuenta de los colonos insaciables auspiciados y protegidos por Benjamín Netanyahu.
De lo que no tengo dudas es que si la Autoridad Palestina llega a gobernar Gaza, la solución hacia el fin de la violencia estaría más cerca.
Sin duda la consecución de la paz no es tarea fácil, y si alguna vez se alcanza esa paz seguramente no satisfará ni a los unos ni a los otros, pero al menos se pondrá fin a la sangría de sus jóvenes.
Eso sí, no estaría de más que buena parte de la izquierda de nuestro continente, incluidos los miembros de nuestro gobierno, empiecen a superar el sentimiento antisemita que evidencian en sus declaraciones y políticas. Claro que hay que criticar muchas de las acciones del Gobierno de Israel, sobre todo las impulsadas por su actual Jefe de Gobierno, Benjamín Netanyahu, que está aferrado al sillón presidencial y poco le importa lo que tenga que hacer para seguir sentado en él. Pero además de criticar a Israel, no estaría de más que nuestros gobernantes y cabezas pensantes de una parte de la intelectualidad, sean capaces de reconocer algo evidente: Hamás es un grupo terrorista. No hay ni un atisbo de democracia en esa organización. Y su ideología es absolutamente reaccionaria. Para muestra la situación de las mujeres en Gaza.
De manera que a cada uno lo suyo. Lo que no quita para que se presione todo lo que haya que presionar a ambos contendientes para lograr poner fin a esa sangría de violencia en la que viven los unos y los otros.
Son terribles las escenas del ataque de Hamás a los jóvenes israelíes que estaban en un concierto el 7 de octubre, pero aún lo son más los bombardeos y el ataque de Israel a Gaza, donde cientos de personas, la mayoría mujeres y niños, han sufrido las consecuencias.
Israel perseguía acabar con Hamás, algo harto, difícil, sobre todo porque Gaza es como un queso gruyere, donde hay una ciudad de túneles debajo.
Sí, ahora lo urgente no es solo la reconstrucción de Gaza, sino conseguir un acuerdo entre israelíes y palestinos que permita a ambas comunidades vivir en paz.
Siendo realistas, y conociendo Oriente Medio, el papel de Estados Unidos es crucial para lograr sentar a ambas partes en la mesa de negociación. Donald Trump ha prometido acabar con la violencia en Oriente Medio, está por ver con qué "fórmula", pero al menos ya sería un paso que obligue a ambas partes a no levantarse de la mesa de negociación hasta que lo consigan. Pues eso.