Suspendido por falta de un testigo clave un juicio por abuso

I.C.J.
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Fiscalía y acusación particular piden hasta 15 años de cárcel para el acusado, tío político de la denunciante, menor de edad. La defensa pide libre absolución por no haber ocurrido los hechos

Suspendido por la falta de un testigo clave un jucio por abuso - Foto: David González

La Audiencia Provincial acogió este miércoles un juicio contra H.H.J por un presunto delito de abusos sexuales contra una menor. Juicio que se desarrolló en su mayor parte, con la toma de declaración tanto del acusado como de la denunciante, los interrogatorios de todos los testigos menos uno y las periciales. Precisamente la falta de ese testigo motivó la suspensión del juicio al estimar todas las partes que su testimonio era clave. Se trataba de la amiga de la denunciante con la que en parte compartieron jornada acusado y presunta víctima el día de los hechos y también otro amigo más que sí compareció ayer como testigo. Junto a ellos, como testigos fueron llamadas la madre de la denunciante y la tía de la misma, que a su vez era la ex pareja del denunciado.

Los hechos tuvieron lugar alrededor de finales de verano del año 2020, alrededor porque no se ha podido precisar la fecha. Una cuestión muy importante teniendo en cuenta que la menor por aquel entonces cuando supuestamente ocurrieron los hechos denunciados, tendría menos de 16 años.

Lo que ella denuncia es que su tío (político) acudió a su llamada y la buscó en el centro de menores donde ella residía y que tras hablar de asuntos como la separación de sus tíos y que ella lo había dejado con su pareja estuvieron en el coche del denunciado bebiendo cerveza y fumando porros. En principio, en compañía de dos amigos del centro, dos de los cuatro testigos llamados a declarar. En un momento se quedaron solos y entonces el tío que era quien conducía el coche se dirigió a un lugar un tanto más apartado. Él defiende en su declaración que tan sólo bebieron y fumaron y que en algún momento llegaron a abrazarse.

Ella, no, asegura que primero la besó obligándola a ello pues la cogió por la cabeza y luego cogió su mano para dirigirla a su pene para que le masturbara, tras eyacular defiende la denunciante le introdujo los dedos en la vagina pese a que le pidió que parara e intentó apartarle, si bien estaba sin fuerzas por lo bebido y fumado. En un momento dado paró y previa petición de la menor la acercó al centro.

Tras los hechos al parecer y así se constató en el juicio hubo una conversación de whatsap entre ambos días después en la que ella dice cosas como que lo que había pasado entre ellos «podría ser abuso», «o que seguro que no era la primera vez que le ponía los cuernos a su tía» él respondió con un «tu no te negaste» o «yo no tengo tan claro lo de que me he aprovechado». A preguntas especialmente del Fiscal éste evidenciaba las connotaciones sexuales que podría tener esa conversación, si bien el acusado en todo momento dijo que se referían a lo de beber cerveza y fumar porros. De ahí no se salió en toda su declaración y negaba la mayor.

El MInisterio Fiscal y también la acusación particular solicitan para el acusado 15 años de prisión, accesoria de inhabilitación absoluta, prohibición de aproximarse a menos de 500 metros de la víctima (...) en tiempo superior a la pena de prisión efectivamente impuesta. Libertad vigilada durante cinco años a concretar y ejecutar con posterioridad e inhabilitación para cualquier trabajo que conlleve contacto regular con menores durante siete años a la pena privativa de libertad efectivamente impuesta. También solicitan una indemnización con 10.000 euros a la víctima.

Para la defensa, que negaba todo lo relatado tanto por el Ministerio Fiscal como por la Acusación Particular, el procesado «no intervino en los términos expresados» y «nunca se ha probado la acusación» y no es cierto tampoco que los hechos ocurrieron cuando la denunciante era menor de 16. Para la defensa es significativo que la denuncia llegara dos años después de que ocurrieran los hechos supuestamente y que en ese impás la relación con el procesado era normal además de que todo ello refleja «la inconsistencia de sus contradictorias declaraciones «por irreales».

Por todo ellos solicitaba la libre absolución.

En cuanto a las declaraciones de las otras dos testigos quedó claro que la madre de la denunciante, y así lo reconoció también ésta, nunca la creyó. Ambas reconocieron que aunque ahora su relación es normal aunque telefónica hubo un tiempo en que apenas se hablaban.

La menor cuando ocurrieron los hechos estaba precisamente en un centro de menores ya que la madre no conseguía hacerse con ella y que la obedeciera, que salía hasta tarde con malas compañías y sin acudir al instituto, explicó la madre a preguntas de Fiscalía, acusación y defensa. Este comportamiento afirmó que comenzó al separarse los padres. También defendió la progenitora que pasado el tiempo en que ocurrieron los hechos el comportamiento de su hija con el ahora acusado era normal y apuntó a que podría moverla el interés económico de ser indemnizada. Mismo argumento casi el que aportó tía de la denunciante y ex pareja del acusado, que reconoció no creer a la chica, además de hablar siempre de una buena relación entre tío y sobrina.

En cuanto a qué motivó a la menor a presentar la denuncia ésta, la denunciante, aseguró que fue un día cuando estando con su primo pequeño -hijo del acusado- consideró que éste podía haber sido víctima de malos tratos por su padre (algo que negó la ex pareja del acusado al que defendió asegurando que eso «jamás»). Aquel episodio con su primo le animó a denunciar. A preguntas de por qué no antes, «para no romper la relación de familia», aseguró.

También quedó claro en el juicio que la relación tío-sobrina o denunciado-denunciante había sido en todo momento normal, al menos hasta que se presentó la denuncia y que en varios momentos de su vida reconoció ella que él era su tío favorito incluso después de haberse separado de su tía.

En todo este proceso la denunciante recuerda que sólo su padre la ha creído, que desde que salió del centro de menores y después de que ocurrieran los hechos (presuntamente) fue pasando por diferentes casas, primero la de su madre que la echó (algo que negó la progenitora que afirma que nunca vivieron juntas después del centro de menores); después con la abuela paterna y más tarde con su tía (y ex pareja del acusado) que también la echó y pasó a vivir en un piso de alquiler. En definitiva, sin apoyos, algo que en las testificales también quedó claro y por lo que la consideraban vulnerable.