Son curiosos los derroteros por los que la vida puede llevar a una persona. Paz García y su marido Juan Carlos se dedicaron durante gran parte de su vida al sector de la comunicación y el periodismo. Pero la pandemia del Covid les animó a tomar un nuevo rumbo laboral y decidieron invertir en el mundo de la hostelería. Y, además, no en un lugar cualquiera, sino en el mismo centro de Ávila, junto al arco del Alcázar. Así fue como nació, hace ya casi cuatro años, La Rubia de Ávila, un restaurante especializado en cocina castellana tradicional que cautiva tanto a abulenses como a visitantes.

«No nos gusta encasillarnos, pero nuestro público es muy turístico al estar situados a la entrada de la Muralla. Pero los abulenses también tienen su espacio. Estamos abiertos a todo el mundo», explicó Paz García, propietaria e imagen del restaurante, que cuenta con cinco empleados (uno de ellos, el propio Juan Carlos). La Rubia, además de por su ubicación, tiene muchos atractivos para los clientes. Uno, el más evidente, es la comida. Quien se acerque por allí podrá disfrutar de platos tan castizos como las patatas revolconas con torreznos, callos a la madrileña, tortilla de patata, judiones con matanza ibérica. «Quién prueba nuestra tortilla de patata, repite», aseguró Paz. Y es bien cierto que así es, porque sus elaboraciones están inmejorables. Y, estando en Ávila, otra de las especialidades es la carne, con predominio del chuletón, con un tamaño de casi un kilo, que en el menú diario ofrecen para compartir entre dos personas.

No obstante, su extensa y variada carta ofrece platos pensados para todos los públicos (raciones, pescado, tapas, tostas), incluidos los niños (pasta, pizzas o fingers de pollo). Además, La Rubia también actúa por las mañanas como cafetería, donde la clientela puede tomar su desayuno acompañado de tostadas o churros elaboradas al instante.

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