El bar Hermanos Martín es uno de los clásicos del barrio de la Cacharra. Ubicado en la calle Valladolid, junto al Auditorio de San Francisco y el Instituto Vasco de la Zarza, lleva décadas ofreciendo el mejor servicio a sus clientes. Desde hace justo cinco años (el pasado miércoles se cumplió un lustro) tiene nuevas propietarias: Yuveris y Nina Pérez, dos hermanas dominicanas que llevan más de 15 años en Ávila, regentan el establecimiento desde 2019. «Yo era empleada, pero cuando el jefe decidió jubilarse, me ofreció cederme la empresa a mí, porque era la trabajadora más veterana del bar (llevaba desde el año 2016 trabajando en el bar)», rememora Yuveris. Al principio tuvo mucho miedo e incertidumbre por la propuesta, pero tras consultar a su hermana, que en aquel momento estaba de vacaciones en la República Dominicana, se embarcaron en su nuevo proyecto laboral. Yuveris se hizo autónoma y contrató a Nina como trabajadora. Y así llevan cinco años felices, aunque también han pasado por algún momento de dificultad.
El principal fue la pandemia por el Covid, que las sorprendió apenas un año después de quedarse con el bar. «Estábamos muy asustadas, porque solo llevábamos un año con el negocio y no sabíamos lo que iba a pasar. Quisimos irnos a la República Dominicana para estar con nuestra familia. Pero al final nos quedamos y sacamos adelante el bar como pudimos», recuerdan. El apoyo de la clientela, la mayoría del barrio, fue básico para solventar y poner fin a esta situación tras un periodo duro para todos. Una vez se produjo la vuelta a la normalidad (aunque hubo gente que siguió yendo con la mascarilla por miedo durante bastante tiempo), el bar volvió a funcionar como de costumbre. Principalmente durante las mañanas, cuando se llena de alumnos y profesores del instituto, que acuden a desayunar o almorzar durante el horario del recreo.
Entre sus tapas, que tienen muy buena acogida, destacan los huevos rotos, los callos y los higaditos. «Son aperitivos que nunca pueden faltar. Hay gente que viene solo por ellos», destacan. De hecho, hay clientes, sobre todo obreros, que prefieren comer esos pinchos a primera hora de la mañana (para tener más fuerza y energía) en lugar de los desayunos que preparan a base de café y tostadas de jamón y tomate. Al estar junto a un centro educativo, son los días laborables cuando más trabajo tienen. De ahí que su descanso sea los domingos. «Me gustan los días normales, de lunes a viernes. Aunque algún día de fiesta también está bien, porque siempre hay gente que entra de pasada», comenta Yuveris. Como el domingo de Resurrección (el único que abren), aunque este año, por culpa de la lluvia, hubo menos gente que en otras ocasiones. Sin embargo, todos los días del año, si el tiempo lo permite, la terraza del bar Hermanos Martín tiene algún parroquiano disfrutando al sol de una cerveza y una buena tapa de huevos rotos.