Ya sé que dicho así, ¡Pam!, suena a disparo. Y créanme que no tengo la más mínima intención de usar la onomatopeya en sentido real. Tampoco sé si se trata de unas siglas, de unas iniciales, de un acrónimo, de una abreviatura, o, simplemente, de un seudónimo. Lo que sí me consta a estas alturas es que el vocablo lo utiliza una alto cargo del Gobierno de la nación para acompañar su nombre y apellido, que no es otro que Ángela Rodríguez, a la sazón secretaria de Estado de Igualdad, que es el segundo puesto en el organigrama del Ministerio Igualdad, inmediatamente por debajo de la ministra.
Personalmente, no tengo el gusto de conocerla, pero no puedo negar que, de un tiempo para acá, Pam ha adquirido una evidente notoriedad en la escena política y mediática. Y no deja de ser sintomático que la mayor parte de tal notoriedad, por no decir toda ella, está directamente vinculada a sus expresiones, comentarios, opiniones e imágenes, más que a actuaciones desarrolladas en el ejercicio de su cargo.
Saltó hace unos meses a la palestra con unas declaraciones en tono sarcástico sobre los efectos de las 'leyes trans y sí es sí', a propósito de las multitudinarias concentraciones de gente para entrar en los Registros a fin de instar el cambio de género y para salir de las prisiones tras haber obtenido una reducción de condena. Obviamente, trataba de minimizar el respectivo efecto de esas leyes y todo quedó en una broma, visto el jolgorio del contexto en que hizo tales pronósticos. Debió considerar leve la repercusión mediática de aquel episodio, y hace unos días, con motivo de la manifestación del 8 de marzo a la que asistía, colgó ese vídeo en que algunas asistentes lamentaban que la madre de un dirigente político de signo radicalmente contrario no hubiera interrumpido su embarazo en el momento oportuno. El jolgorio esta vez subió de tono y el video fue eliminado poco después. Pasaron unos días y expresó una nueva opinión para contraponer a las personas trans con los hombres, así genéricamente considerados: «los hombres no necesitan pasar por el Registro Civil para ser violadores; y en este país lo son bastante» (sic, y fin de la cita).
Alguien por encima de la secretaria de Estado debería hacer algo, ¿no es cierto?