Editorial

Puigdemont vuelve a obtener rédito de la debilidad parlamentaria del Gobierno

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Apenas una semana después de sufrir una dolorosa derrota parlamentaria, el Gobierno volvió ayer a tomar un poco de oxígeno para continuar con la huida hacia adelante en que se ha convertido la legislatura. Un respiro para Pedro Sánchez gracias, una vez más, a Junts. A pesar de que el partido de Carles Puigdemont ya le ha demostrado a Moncloa que no es un socio de fiar -no lo fue, no lo es y no lo será-, el Ejecutivo ha preferido de nuevo negociar y pactar con los independentistas a entablar un diálogo serio y sincero con el partido al que más españoles votaron en las ultimas elecciones generales, el PP. Los populares exigieron trocear el decreto ómnibus a cambio de respaldar las cuestiones sociales que contenía, como la subida de las pensiones o la prolongación de las bonificaciones para los transportes, pero el Gobierno se cerró en banda ante esa oferta acusando además a los de Feijóo de "jugar con el dolor". Horas después, Junts pedía lo mismo, trocear el decreto, y conseguía el sí del Ejecutivo, que también se ha visto obligado a ceder para tramitar la iniciativa sobre la cuestión de confianza que presentaron los de Puigdemont en el Congreso. Se demuestra por enésima vez en esta legislatura, y a la vista de los antecedentes parece que no será la última, que para el Ejecutivo de Sánchez queda mucho más lejos la madrileña calle de Génova que la ciudad belga de Waterloo.

Una vez 'descongeladas' las negociaciones con Junts, el Gobierno pone su mirada en los Presupuestos sabiendo que son fundamentales para garantizarse la legislatura y que para sacarlos adelante necesita unos votos que no tiene. Esta debilidad parlamentaria obligará a Moncloa a volver a cortejar a partidos tan distantes ideológicamente como EH Bildu, ERC, el PNV o Podemos. "Café para todos" y solucionado. Pero con Puigdemont será diferente porque ya ha demostrado su imprevisibilidad en las negociaciones y su habilidad para sacar rédito a la aritmética parlamentaria. La transferencia integral a Cataluña de las competencias de inmigración, la oficialidad del catalán en Europa o la liquidación de inversiones consignadas y no ejecutadas para Cataluña -Junts asegura que el Estado le debe unos 4.100 millones de euros a la Generalitat- son solo cuestiones previas que exigen los independentistas para sentarse a hablar. A partir de ahí, las ocurrencias del expresidente catalán pueden abarcar cualquier ámbito. Por ejemplo, hace unos días, cuando anunció que rompía relaciones con el Gobierno -esas que ahora retoma-, volvió a hacer hincapié en que la amnistía "no se está cumpliendo". La financiación 'singular' de Cataluña, que el PSC ya pactó con ERC para investir a Salvador Illa, aparece también en el horizonte de las negociaciones. La duda, eso sí, es si la cuerda que sujeta Sánchez a un lado y Puigdemont a otro podrá tensarse aún más sin que se rompa.