Una tienda con alma

M.E
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Alimentación y Prensa Trujillano da servicio a los abulenses en la zona norte desde los años 80. Tras el mostrador sigue Luis, un enamorado de la lectura y la ópera que ahora también lleva la Lotería

Una tienda con alma - Foto: David González

ENTRAR en una tienda y que suene música clásica no suele ser normal. Y que lo primero que te encuentres sean revistas y libros, tampoco. Pero Alimentación y Prensa Trujillano tiene poco de convencional. Es como si tuviera personalidad propia, un pedacito del alma que le transmite Luis, su propietario, un enamorado de la lectura y la ópera que lleva detrás del mostrador desde hace más de cuatro decenios.

Empezó con su padre en noviembre de 1980 en un local de la calle Los Charcos, en la zona norte de Ávila. Tenía 15 años y compaginaba los estudios con la tienda, que entonces era de alimentación y frutos secos, hasta que en 1993 su padre se jubiló. Entonces llegó al negocio Miguel, su pareja, con el que trabajó hasta que falleció de cáncer en 2017. En noviembre de 2022, además, cogió las riendas de la administración de lotería del local de al lado que regentaba su hermano cuando éste se jubiló, así que decidió cerrar la puerta principal de su tienda y hacer un acceso único por la entrada de la avenida de la Inmaculada. Y así hasta hoy, donde apura sus últimos años de vida laboral –tiene 59– con la misma vocación de servicio a los abulenses y con la misma sonrisa, una atención exquisita que los clientes del barrio le han devuelto en forma de fidelidad y cariño.

«El barrio ha cambiado mucho, cuando empezamos había mucha gente joven y también vendíamos chucherías, pero llegó un momento que ya no se consumían tanto y lo dejamos». Y es que el Trujillano se ha ido adaptando a las demandas y a los nuevos tiempos, marcados por la llegada de los supermercados. «A partir del 93 empezamos con la prensa, las revistas y los libros, que a mi me gusta mucho leer, y apostamos por las legumbres a granel, la fruta, el pan, las conservas, los embutidos y también los dulces caseros», nos cuenta Luis, quien también recuerda que el local de su hermano también fue mercería en su día. Ha habido épocas para todo. «Hubo unos años muy fuertes con los chavales del seminario en los que se movía mucha bollería, bocadillos y refrescos, pero ahora, por ejemplo, la tienda ha bajado un poco», algo que en el último año y medio ha podido compensar con la lotería, que es «más rentable» aunque también le da mucho trabajo, sobre todo los lunes por la mañana. «Aunque haya crisis la gente juega igual».

Sobre su clientela no tiene más que buenas palabras. No se olvida de que en su día «aceptaron bien a Miguel en una época en la que no era fácil», la Ávila de los 90, y que tras su fallecimiento le trasladaron su cariño. También destaca su fidelidad. «Tengo algunos clientes de toda la vida, muy mayores, y a veces les acerco la compra a casa, algo que quedó de la pandemia», señala. Una época en la que además de dar servicio como negocio de primera necesidad también «le sirvió a mucha gente porque era el único contacto social que tenían» en todo el día. 

Como ahora está solo y abre todos los días (los domingos solo por la mañana) le preguntamos por el tiempo libre. «Llevaba tiempo sin salir pero hace unos días me fui a Nápoles, a la Ópera». Una escapada más que merecida que, reconoce, le ha «venido muy bien» para volver con fuerza.