Los nervios están ya a flor de piel entre los principales partidos que pugnarán este domingo por la Presidencia de la Generalitat, en unas elecciones catalanas que tendrán un primer capítulo en el resultado que arrojen las urnas el 12-M y un segundo, y definitivo, en las alianzas que se sellen a posteriori para formar un Govern. No es de extrañar, pues, que los pactos postelectorales y el fantasma del miedo a determinadas opciones de unión entre fuerzas focalizasen ayer la campaña, que apuró entre advertencias sus últimas horas antes de darse hoy por culminada.
Con los líderes de las grandes formaciones arropando a sus candidatos, el presidente de la Generalitat y aspirante a la reelección, Pere Aragonès, no perdió la oportunidad de lanzar un aviso al mismísimo jefe del Ejecutivo de que, lo que ocurra en Cataluña, repercutirá en Madrid. Aragonès alertó de que «un acuerdo incoherente» en el Parlament implicaría «muchas dificultades» en la colaboración actualmente existente entre ERC y el Gobierno central, pidiendo concentrar el voto en su partido ante la «coalición del no» de PSC y Junts, «que impedirán las políticas transformadoras».
Lo dijo en un mitin, en el que también participó quien fue candidato a lendakari de EH Bildu Pello Otxandiano en las elecciones vascas; el líder de ERC, Oriol Junqueras; la secretaria general, Marta Rovira, y el diputado de ERC Rubén Wagensberg (ambos de manera telemática desde Ginebra).
Los comicios del 12-M tienen una lectura en clave nacional, dado que los resultados pueden agitar el tablero político y afectar a la política de alianzas de Pedro Sánchez. De hecho, el expresidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, también amenzó con retirar el apoyo al Ejecutivo si el PSC impide un Gobierno independentista
Las encuestas coinciden en situar a los socialistas de Salvador Illa como primera fuerza, seguidos de Junts, que ha escalado posiciones en los últimos días mientras que ERC acusó un retroceso. Los populares, que fueron octava fuerza hace cuatro años, podrían ocupar ahora la cuarta posición, con entre 12 y 13 representantes, desbancando a Vox, que revalidaría los 11 escaños que consiguió hace tres años.
Con este escenario de fondo, todas las fuerzas pusieron la carne en el asador en este penúltimo día de campaña, apelando al voto para evitar pactos indeseados. El primero, el propio Sánchez, al reclamar apoyo para Illa para «frenar a la ultraderecha independentista y a la españolista de Vox y PP». Lo exigió en un acto en Vilanova i la Geltrú (Barcelona) ante unas 400 personas -250 tuvieron que seguirlo desde fuera-. «Con un presidente socialista en la Moncloa y otro en el Palau de la Generalitat, Cataluña y el resto de España serán imparables», aseguró.
Concentrar el apoyo
El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, respaldó al aspirante de su formación, Alejandro Fernández, apelando a concentrar las papeletas en su partido este 12-M porque, afirmó, «la unión del voto multiplica los escaños» mientras que «la división los resta», en un mensaje dirigido especialmente a los votantes de Vox.
Además, aseguró que los comicios «van de acreditar que el centroderecha catalán se llama PP» y avisó sobre el PSC y sus intenciones, porque «ahora están diciendo una cosa y el lunes dirán la contraria».
También llamó a unificar el voto Puigdemont, candidato de JxCat, instando a hacer «un pequeño esfuerzo» para «dar la campanada» el 12-M: «Va de muy pocos votos», sentenció. Desde Argelès-sur-Mer (Francia), y ante unas 1.400 personas, el expresident reclamó que no se repartan «los huevos en varios cestos», porque, en estas elecciones, hacen falta «muchos huevos en un solo cesto» para ganar.
Finalmente, el secretario general de Vox y aspirante a la Generalitat, Ignacio Garriga, instó a que Cataluña «vuelva a ser motor de una gran nación como es España», en un acto junto al presidente del partido, Santiago Abascal, y el número uno por Tarragona, Sergio Macián, donde los derechistas tienen dos concejales.