El sabor de Cantabria regresa a Ávila

Sergio Jiménez
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Con motivo de las XXVII Jornadas Medievales, Alberto Martínez y María del Mar Celador vuelven a la ciudad con su 'Tahona Cántabra' a través de dos puestos de repostería y productos artesanales con origen en la aldea palentina de Pomar de Valdivia

El sabor de Cantabria regresa a Ávila - Foto: Isabel García

El primer fin de semana de septiembre es sinónimo de Mercado Medieval en Ávila. Unas jornadas, que cumplen XXVII ediciones, donde la ciudad transforma su aspecto gracias a la decoración y a los centenares de puestos que copan el casco histórico, algunos noveles y otros veteranos. Entre estos últimos se encuentran Alberto Martínez y María del Mar Celador, propietarios de 'La Tahona Cántabra', quienes llevan más de una década participando en el Mercado Medieval abulense.

Este año, los visitantes y vecinos pueden encontrar sus puestos en dos zonas distintas del recinto, uno en pleno Mercado Chico y otro en el Paseo del Rastro. Dos stands para disfrutar de productos artesanales de primera calidad. Empanadas, hornazos, rosquillas, sobaos pasiegos (su gran especialidad), tartas, palmeritas,... Un placer para la vista y para el paladar.

El origen de La Tahona Cántabra se encuentra en Pomar de Valdivia, una pequeña aldea de la sierra palentina, ubicada a escasos kilómetros de la frontera con Cantabria. Allí se encuentra el principal obrador de un negocio con muchos años de historia. «Yo llevo 40 años y heredé el oficio de mi padre. Como los estudios no eran lo mío, me dediqué a lo que había en casa, a trabajar en el obrador», confiesa Alberto. Un negocio que pasa de generación en generación como se ve con su hija Sandra, que también interviene en la empresa. De hecho, mientras sus padres participan en el Mercado Medieval de Ávila, ella se encuentra en otra feria gastronómica ofreciendo sus productos. Porque la participación en este tipo de eventos se ha convertido en algo imprescindible para ellos. «Los hermanos de mi mujer organizaban ferias y fueron quienes nos animaron a salir a la calle. Al principio solo lo hacíamos en verano; ahora, todo el año, salvo los meses de enero y febrero», explica Alberto. Una idea que les ha llevado a recorrer España (Ceuta, Melilla, Mallorca, Ibiza) e incluso el extranjero (Francia y Portugal). 

Sus productos son totalmente caseros y elaborados con materias primas de proximidad y de primera calidad. «Cuidar la materia prima es básico», afirma. Sin embargo, la tradición no está reñida con la novedad, como se aprecia en sus empanadas rellenas de pollo a la carbonara o las palmeritas de galleta Lotus. Quien quiera probarlas ya tiene tarea para estas Jornadas Medievales.