La iglesia de San Juan Bautista en El Hornillo acogerá mañana viernes una celebración litúrgica por el mártir Juan Mesonero Huerta, que fue párroco de esta localidad en julio de 1936 y que el pasado 13 de octubre fue beatificado en una solemne ceremonia celebrada en Tarragona.
Los actos, que estarán presididos por el obispo de Ávila, Jesús García Burillo, y que contarán con la presencia de las autoridades locales y de otros pueblos vecinos, comenzarán a las seis de la tarde con la celebración litúrgica, tras la cual se descubrirá una placa de azulejos de Talavera de la Reina conmemorativa de la beatificación en el interior del templo y se invitará a todos los asistentes a un vino y unos dulces.
Además, tal y como explica el párroco de la localidad, Luis Carlos Hernández Herrero, con motivo de esta conmemoración se van a trasladar a la iglesia de El Hornillo parte de los restos del beato Juan Mesonero Huerta que se encuentran en la Catedral de Ávila para que los fieles puedan venerar estas reliquias.
Por su parte, el Ayuntamiento, en sesión plenaria, acordó recientemente el nombramiento de Mesonero Huerta, natural de Rágama (Salamanca), como hijo predilecto del municipio.
el martirio. Juan Mesonero Huerta nació en la localidad salmantina de Rágama el 12 de septiembre de 1913 y su ordenación sacerdotal tuvo lugar el 6 de junio de 1936. Su primer destino fue El Hornillo, donde tomó posesión como párroco el 11 de julio de ese mismo año.
Tal y como señala Andrés Sánchez Sánchez en su libro Pasión y gloria de la Iglesia abulense (datos para la Historia de 1936), «desde el primer momento de su llegada es objeto de insultos e improperios. Los rojos convierten al novel sacerdote en blanco de sus vejámenes contra la Iglesia».
Una religiosa reparadora natural de El Hornillo, María de San Rosano relató al autor a través de una carta en 1955 los detalles del martirio acaecido en El Hornillo el 15 de agosto de 1936, durante la noche. «Hacía varias tardes que al pasar frente a la casa del venerado sacerdote, un muchacho de unos quince o dieciséis años, que era de los rojos, empezaba a cantar: Si los cursas y monjas supieran...» Esa tarde se hallaba don Juan al lado de la carretera jugando con un pequeño de unos tres años, cuando el mencionado joven pasó a caballo por allí y al verle empezó de nuevo a cantar su canción. Mesonero Huerta le preguntó que por qué cantaba eso y el muchacho le dijo que porque quería. Acto seguido, el chico corrió por el pueblo gritando que «el curilla le había querido matar con una pistola».
«Al momento vinieron unos forajidos, armados con palos y armas de fuego, entre ellos un hermano del chico que se dio cuenta de dónde estaba don Juan y disparó un tiro hacia el balcón, pero no le dio», señala la religiosa, que añade que después se fueron dispersando».
Ya por la noche regresaron esas mismas personas amenazando con quemar la casa si no entregaban al cura y Juan Mesonero, por salvar a los demás, dijo «aquí me tenéis». Le tiraron por una pendiente, llevándolo arrastrando y maltratándole al calabozo del Ayuntamiento, donde estuvo parte de la noche hasta que vinieron los cabecillas de Arenas.
Como no encontraban ninguna causa contra el cura, intentaron obligar a sor María de San Rosano, mediante amenazas de muerte, que confirmase que Mesonero Huerta había querido matar al joven con la pistola, pero ésta se negó a mentir. Tampoco obtuvieron la confesión del cura y según apunta la religiosa, «le llevaron a matar a la jurisdicción entre Arenas y Poyales del Hoyo, por lo que desgraciadamente no vi su muerte».
Otros testimonios recabados por Andrés Sánchez hablan de que como algunos se oponían al derramamiento de sangre en El Hornillo, decidieron sacar al párroco por la carretera de Arenas, donde apareció su cadáver cerca del llamado Puente Pelayo.
Sus restos mortales fueron trasladados al cementerio de Arenas, junto a todos los asesinados por los republicanos y en la iglesia de El Hornillo fue colocada una lápida conmemorativa.