Una treintena de personas, algunas abulenses y otras llegadas de provincias como Navarra o Alicante, realizaron este domingo un singular recorrido por lugares de la provincia de Ávila que de una u otra forma llevan la marca de la memoria histórica, la de las tragedias personales y colectivas que representan esos espacios, pero también la del tributo público que, con el paso del tiempo y no sin esfuerzos, en algunos de ellos se ha acabado rindiendo a las víctimas. Este recorrido constituía el colofón a las jornadas de memoria histórica que se celebraron en Avila desde el jueves y a él acudieron algunos de los asistentes a las conferencias, mesas redondas y recitales programadas por la Fundación Pereda. 

La fosa de Cuevas del Valle en la que el pasado año se exhumaron los cuerpos de tres vecinos represaliados y cuyas familias recibieron  los restos en un acto de homenaje que concluyó en febrero con una solemne procesión ciudadana hasta el cementerio del pueblo para darles una sepultura digna fue la primera de las paradas del recorrido. Allí, se leyeron este domingo versos en memoria de las víctimas y afloró la emoción entre los asistentes. También resultó emocionante conocer la historia de los represaliados de Tornadizos de Ávila, cuya memoria fue rescatada por el  nieto de una víctima residente en Francia que acabó escribiendo un libro titulado 'El largo viaje', publicación que no solo propició que los vecinos de ese pueblo abulense empezaran a hablar de lo que siempre habían silenciado, sino que se levantó un monumento a los represaliados de Tornadizos casi inédito en la provincia de Ávila.

También visitaron en Navalperal de Pinares otro lugar con memoria. En concreto, la sede del cuartel general de la columna Mangada, que en los primeros meses tras el alzamiento acogió la primera defensa de la República. 

Asistentes al recorrido junto a la fosa de Cuevas del Valle y en el cementerio de Pajares de Adaja. Y este recorrido también les llevó al cementerio de Pajares de Adaja, quizá el lugar con memoria más conocido de la provincia de Ávila, porque este verano fueron por fin fueron   enterrados allí los restos de varias personas asesinadas en La Moraña en el verano del 36 que hasta entonces habían permanecido en el valle de Cuelgamuros después de que Fausto Canales, hijo de  uno de ellos, dedicara media vida a recuperar y dignificar sus restos. También allí afloró la emoción. 

Pese a los muchos kilómetros recorridos en un solo día y a tantas emociones compartidas, a los asistentes les mereció la pena el viaje. También la organización de las jornadas de memoria histórica hace un balance positivo de las mismas, habiéndose «superado las expectativas en todos los sentidos» y confiando en que sirvan para impulsar nuevas iniciativas en Ávila, «ya sea cine con memoria, charlas u otras actividades que vayan surgiendo», apuntó Henar Alonso a este diario.