Hasta 10 años de cárcel por abusar de una menor vulnerable

E.Carretero
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La Audiencia tendrá que pronunciarse sobre unos hechos ocurridos en 2020 en los que el varón defiende una relación consentida con una joven de 16 años que, asegura, se quedó «bloqueada» pese a no mostrar oposición

Hasta 10 años de cárcel por abusar de una menor vulnerable

Hubo consentimiento o no? ¿Era consciente el denunciado de la situación de vulnerabilidad de la denunciante? ¿Sabía el acusado que la joven era menor de edad? Son muchas las incógnitas a las que tendrá que dar respuesta la sala de la Audiencia Provincial de Ávila tras el juicio celebrado este miércoles en el que se juzgaron unos hechos ocurridos en diciembre de 2020 cuando el acusado, mayor de edad, quedó con una joven, que entonces contaba con 16 años, y ambos terminaron en el coche de él en el aparcamiento de la Plaza de Toros manteniendo relaciones sexuales  completas que la denunciante aseguró fueron no consentidas y que, según el varón, sí lo fueron.   Por estos hechos el acusado se enfrenta a diez años de cárcel, que es la pena que piden para él tanto Fiscalía como acusación particular como presunto autor de un delito continuado de abuso sexual.   

Según explicó el acusado, que se declaró «inocente» y aseguró que «la relación sexual fue «totalmente consentida», conoció a la denunciante porque ésta era conocida de un sobrino suyo que se encontraba en un centro de menores de Soria al que ella intentaba «ayudar» porque tenía «conductas disfuncionales» afirmando, eso sí, desconocer si la misma se encontraba también interna allí  o era trabajadora del mismo así como que era menor de edad. Es más, el acusado  aseguró que ella le dijo que tenía 18 años, algo que ella negó que le dijera.  

Si antes de lo ocurrido en Ávila se llegaron a ver en Soria no quedó claro durante este juicio ya que si bien él afirmó que la conoció «allí, un año antes» ella negó que se llegaran a ver. En lo que sí coincidieron ambos es que a través de Instagram ella le comunicó que se encontraba en Ávila, en el centro de menores de La Cañada. A raíz de esas conversaciones, en las que él la llamaba de forma habitual «preciosa» o «bombón», quedaron para hablar del sobrino de él y amigo de ella en un encuentro muy breve de apenas «cinco minutos». Algunas semanas después,  concretamente el 17 de diciembre de 2020, volvieron a quedar porque «él me dijo que iba a contarme algo que le había pasado a su sobrino». El encuentro tuvo lugar en el recreo de ella, que estudiaba entonces en un instituto de la zona sur de la capital abulense, y él acudió al mismo en  su coche, al que ella se subió. 

Aseguró él durante su declaración que dio una vuelta por Ávila para que viera la Muralla o la Catedral sin bajar del vehículo, para dirigirse después al aparcamiento de la Plaza de Toros. Allí, y dentro del coche, él le pidió que le mostrara las cicatrices que tenía en su cuerpo fruto de las autolesiones que ella en ocasiones se autoinfringía y de las que le había hablado con anterioridad. 

Ella le mostró las lesiones del brazo izquierdo y, a petición de él, intentó mostrarle también las que tenía en las piernas subiendo su pantalón. Sin embargo como de ese modo no se veían las cicatrices, y pese a la reticencia inicial, ella se bajó un poco el pantalón para mostrarle las heridas momento en el que él le dijo que pasara a la parte de atrás para «estar más cómoda para enseñar los cortes», a lo que ella accedió. Tras ella, él pasó también a los asientos traseros. A partir de ahí empezó lo que para él fue una relación sexual consentida y lo que para ella, que aseguró que entró en una situación de «bloqueo», fue una agresión sexual. 

«Me sacó el pene y me lo empezó a chupar», aseguró él que ocurrió tras enseñarle ella las heridas y ya en la parte de atrás del coche donde, según él, tuvo lugar esa relación consentida. «Le metí los dedos en la vagina y me dijo que así no, que le gustaba más fuerte», aseguró el varón que afirmó incluso que fue «ella la que tomó la iniciativa» y que «se ponía encima y me decía como lo tenía que hacer». 

«Estaba haciendo cosas que no quería: me bloqueé», afirmó la denunciante por su parte al hablar de lo ocurrido en ese momento del que, aseguró, no recordar muchas cosas.  «No me acuerdo», repitió en varias ocasiones la joven ante las preguntas de la sala. «Me bloqueé mucho, estaba como en otro mundo. No podía moverme ni hacer nada. Era como estar rígido pero por dentro gritar, pero no podía gritar», afirmó la joven que dijo que no reaccionó hasta que vio las manos de él manchadas de sangre. Una sangre que ni los médicos que la atendieron en el Hospital de Sonsoles tras la denuncia ni los policías que realizaron el informe pudieron comprobar que existiera y que para las psicólogas «pudo ser recuerdo de cualquier otra experiencia» vivida por esta menor víctima de una situación de desprotección y de experiencias traumáticas previas, incluidos abusos sexuales, que han comprometido su adecuado desarrollo psicoevolutivo y su madurez, hasta hacer de ella una persona de «extremada vulnerabilidad» que cuenta de hecho con una discapidad del 35 por ciento. 

«Ella no recuerda las cosas como ocurrieron en la realidad», apuntó una de las psicólogas al hablar de esta joven diagnosticada de una «psicopatía grave» que afecta a todas las áreas de su vida. Es más, la psicóloga apuntó que lo de bloquearse es algo que puede ocurrirle «a cualquier persona ante una situación de estrés» y que en su caso lo de no recordar prácticamente nada de lo ocurrido es fruto de «la clínica disociativa» que presenta la joven y que le lleva a una especie de evasión mental. «A veces, aunque no quieras, haces cosas y no sabes como reaccionar», dijo la denunciante al hablar de unos hechos con los que «volví a sentir lo mismo» que en los episodios de abuso vividos en su pasado. 

«Esa relación nunca fue consentida», defendió el fiscal que avaló  su argumento en ese proceso de «disociación de la personalidad» que ella sufrió defendiendo que conociendo los antecedentes de la joven el varón debió de «darse cuenta de que era evidente que era una joven con graves problemas de conducta». «Él se aprovechó y prescindió del consentimiento como ella no se opuso», esgrimió el fiscal antes de defender que el consentimiento debe ser «libre y claro como dice la Ley». 

Es más, en favor de la víctima y de que no se trata de una denuncia falsa, el fiscal apuntó que la joven durante su declaración negó recordar si hubo penetración vaginal, algo que el acusado confirmó pese a ser este «un testimonio que se vuelve contra ella». 

Que el varón sabía que ella era menor de edad quedó probado para la acusación particular porque la fue a recoger al instituto y también que él «la acosó porque sabía que era vulnerable y se aprovechó de ella». «No hubo consentimiento porque ella no estaba en condición de prestarlo», aseguró el abogado, mientras que para la defensa, que pidió la libre absolución, «ese no me acuerdo» esgrimido varias veces durante el juicio por la víctima podría «ser un no me interesa acordarme». «Entendió que había un consentimiento pleno», aseguró la defensa para avalar la «inocencia» de su cliente.