Aunque ahora quede ya muy lejano, hubo un momento en el que Juan Jesús Villaverde se sintió chatarra. Ocurrió tras un grave accidente, y la consiguiente operación, que le obligó a hacer un parón en su vida. «Me sentía un poco chatarra, no tan válido», recuerda este vecino de Arévalo natural de Sanchidrián un sentimiento que hace ya casi dos décadas le llevó a refugiarse en la escultura y a trabajar con materiales que en principio deberían haber acabado en un desguace o en algún vertedero. No en vano, en ese empezar a coquetear con la escultura no recurrió Juan Jesús a hierro fundido ni a materiales nobles sino que en ese crear que para él empezó como algo liberador y terapéutico empezó a emplear azadas, llaves inglesas, braseros, herraduras, tijeras de esquilar, piezas de viejas máquinas o cadenas de hierro con las que fue dando forma a obras de arte casi siempre conceptuales en las que este hierro oxidado procedente de herramientas y objetos en desuso deja de ser chatarra para convertirse en arte.
«Ha sido una salvación mental», asegura Juan Jesús al hablar de lo que para él ha supuesto la escultura que en su caso siempre ha realizado con hierro procedente de objetos condenados a lo inservible en una decisión consciente y que no deja de ser una alegoría de cómo se sintió tras aquel accidente. «Me autoimpuse por una razón moral que todas mis obras estarían hechas con hierro reutilizado», explica este artista que gracias a la generosidad de vecinos, amigos y conocidos puede crear. No en vano, explica, prácticamente todas las esculturas que realiza están hechas a partir de piezas de hierro, principalmente procedente de maquinaria o aperos agrícolas, que le donan otras personas y de hecho en su blog hay un apartado específico en el que da las gracias a esos donantes. Un listado, por cierto, que promete actualizar y que crece día a día porque cada vez son más los vecinos que saben que hay un artista en Arévalo que convierte en arte aquello que ya no tenía utilidad.
«Me quería dignificar a mí mismo y dignificar la chatarra era en parte dignificarme a mi también», reconoce este vecino de Arévalo cuya obra está protagonizada por hierro reutilizado y oxidado procedente de objetos y piezas de metal donadas por particulares.
«Me interesan las herramientas antiguas porque suelen tener formas muy sugerentes», dice este artista para explicar el tipo de piezas metálicas de diferente procedencia y a las que este escultor da una nueva vida. Y es que una de las señas de identidad de la obra de Villaverde es que estas turbinas de motores, dientes de excavadora, cigüeñales, latiguillos, piñones o badilas se incorporan a la escultura sin modificar en una decisión consciente que nada tiene que ver con la comodidad. «No cambio ninguna pieza ni le doy una forma distinta para que adapte mejor a la escultura», explica este artista la dificultad que entraña ese engranaje de piezas de chatarra sin modificar que terminan dando forma figuras humana o animales o a obras más figurativas.
Poco a poco la obra de Juan Jesús se ha ido dando a conocer y de hecho son decenas las exposiciones que este artista ha protagonizado tanto en nuestra provincia y fuera de ésta, como en el extranjero. La última, en la Feria de Muestras de Arévalo, donde este escultor llevó algunas de sus obras. Y en Arévalo también, cuenta en primicia, se instalará en las próximas semanas, muy cerca del Castillo, una escultura de tres metros de altura que a modo de museo etnográfico al aire libre servirá de homenaje a antiguos oficios ya en desuso como el de esquilador, herrero o segadores. Una columna escultórica en la que se podrán ver algunas de las herramientas o piezas de maquinaria que antiguamente se usaban en oficios que o prácticamente ya no existen o se han mecanizado por completo.