El fiscal pide 10 años de cárcel por presunta agresión sexual

Sergio Jiménez
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El juicio oral, que supone la repetición de un proceso anterior que resultó favorable al acusado, pero que invalidó el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León, queda visto para sentencia

El fiscal pide 10 años de cárcel por presunta agresión sexual

En la Audiencia Provincial de Ávila se ha celebrado durante esta mañana un juicio por un presunto delito de agresión sexual por un hechos que tuvieron lugar en diciembre de 2020, según los cuales, el acusado habría mantenido relaciones sexuales con la víctima, menor de edad en aquel entonces. La Fiscalía y la acusación particular solicitaron una pena de diez años de prisión, inhabilitación absoluta durante el tiempo de la condena y una orden de alejamiento de 200 metros. La defensa, por su parte, reclamó la sentencia absolutoria de todos los cargos. El juicio quedó visto para sentencia. Este proceso supone la repetición de otro anterior que concluyó con una decisión favorable para el procesado. Sin embargo, el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León (TSJCyL) elevó a trámite uno de los recursos de la acusación, razón por la cual se procedió a la repetición del juicio.

Los hechos juzgados se remontan al 17 de diciembre de 2020. En dicha fecha, el hombre habría mantenido relaciones sexuales con la víctima en las inmediaciones de la Plaza de Toros de la capital abulense a plena luz del día (en torno al mediodía). Sin embargo, la mujer asegura que el acto no fue consentido y que se sintió bloqueada durante la agresión, lo que le impidió negarse o realizar ningún gesto para evitar la pregunta violación.

La víctima está diagnosticada con un trastorno mental grave (trastorno límite de la personalidad) debido a experiencias traumáticas en su infancia, lo que la convierte en una persona muy vulnerable y que la ha llevado a autolesionarse e, incluso, ha intentar suicidarse. Motivos por los cuales pasó una época en un centro de menores de Soria, lugar donde conoció y se hizo amiga de un sobrino del acusado, momento en el que comenzó el vínculo entre ambos para tratar los problemas del joven. Pasado el tiempo, la víctima fue trasladada a un centro de menores de Ávila para continuar con su tratamiento, lo que provocó que retomaran el contacto, a través de Instagram, por dos motivos: por el desconocimiento de la víctima de la ciudad (el acusado era la única persona que conocía en Ávila) y para tratar de ayudar al sobrino del investigado (estaba pasando un mal momento en aquella época).

El día de autos, el hombre pasó a recoger con su vehículo a la presunta víctima a la hora del recreo cerca del instituto donde cursaba sus estudios. Tras una vuelta por la ciudad (el acusado accedió a hacerle un tour por ella), terminaron en los aledaños de la Plaza de Toros. En este lugar, mantuvieron una conversación que, en primer lugar, versó sobre la situación del sobrino del acusado (amigo de la chica) y, después, sobre la propia situación de la joven. El procesado se interesó por las cicatrices que presentaba la joven en su cuerpo (brazos, piernas y abdomen), que ella accedió a mostrarle. Fue cuando ella le enseñó sus heridas en las piernas cuando se produjo la presunta agresión sexual. Ella pasó a los asientos traseros del coche para bajarse el pantalón con la intención de enseñarle sus autolesiones (en los asientos delanteros no tenía espacio para ello) cuando el hombre, al parecer, decidió sobrepasarse con la menor. El acusado le introdujo los dedos en la vagina (le produjo una herida que le hizo sangrar), el pene en la boca y, por último, le penetró vaginalmente (sin protección) ante la estupefacción de la mujer, que no supo reaccionar ante el bloqueo que sufrió. Una vez concluido el acto, el hombre acercó a la chica al centro educativo, donde comenzó a sentirse mal, pidió marcharse de allí acompañada de su tutor social hacia el hospital, donde la examinaron antes de denunciar los hechos.

Durante la vista oral, el hombre negó el delito continuado de abusos sexuales del que se le acusan y defendió en todo momento que la relación sexual fue consentida (en ningún momento desmintió que no se produjera), así como que él pensaba que la joven era mayor de edad. La víctima, por su parte, testificó por videoconferencia y se derrumbó cuando el fiscal le hizo recordar el suceso juzgado. Ella afirmó no recordar exactamente todos los detalles de la agresión por el shock que sintió (comentó que se "disoció", un mecanismo de defensa que padece en momentos de gran estrés) y que solo reaccionó al ver la sangre en las manos del presunto delincuente. En la vista también participaron las psicólogas que trataron a la joven durante la investigación y las médicas forenses que la examinaron tras la presunta violación. Además, el hombre también hizo uso de su derecho a la última palabra, donde defendió que "fue una relación consentida" y se declaró "inocente de todos los cargos". Unas declaraciones de las que tomaron nota los miembros de la Sala de la Audiencia Provincial, que dejaron vista para sentencia su decisión final.