España ha obtenido resultados alarmantes en el último estudio TIMSS, una de las principales evaluaciones internacionales centradas en el alumnado de 4º de Primaria. En matemáticas, los estudiantes españoles alcanzaron 498 puntos, 27 menos que la media de la OCDE (525), retrocediendo cuatro respecto a la edición anterior. En ciencias, la caída es aún mayor: 504 puntos, siete menos que antes y con una brecha de 22 respecto a los países desarrollados. Estos resultados sitúan a España entre los últimos puestos de la OCDE en ambas áreas, aunque con diferencias notables entre comunidades autónomas. Castilla y León y Asturias lideran, mientras Cataluña, Canarias y Baleares quedan a la cola.
El porcentaje de estudiantes en niveles bajos es preocupantemente alto. Apenas un 26,8% de los alumnos españoles logra situarse en los niveles altos, lejos del promedio del 40,6%. Por otro lado, la brecha de género en matemáticas ha crecido: los chicos superan a las chicas en 18 puntos, aunque este no es un problema exclusivo de España.
Estos resultados tienen raíces profundas en el sistema educativo. Una causa importante es la formación insuficiente del profesorado. Solo el 25% de los maestros ha cursado un bachillerato científico-tecnológico, lo que limita su preparación en matemáticas. Si a esto se suma que durante la carrera de Educación apenas se dedican un 7,5% de los créditos a esta materia, es lógico que muchos docentes carezcan de la confianza y preparación necesarias para enseñar asignaturas clave.
La falta de docentes especializados en áreas STEM también es un problema. Muchos graduados en matemáticas, informática o física prefieren trabajar en el sector privado debido a las mejores condiciones laborales y salariales. Esto afecta especialmente a la secundaria y la FP, donde incluso se recurre a profesionales de disciplinas afines para cubrir vacantes.
El diseño curricular actual es otro factor determinante. Los planes educativos priorizan un enfoque tradicional que no fomenta la resolución de problemas prácticos ni habilidades necesarias en pruebas internacionales como TIMSS. Además, el entorno socioeconómico tiene un gran impacto, con una marcada brecha en los resultados de los alumnos según el nivel familiar. Esto se suma al efecto de la interrupción de las clases durante la pandemia, que dejó a muchos estudiantes rezagados.
Los resultados de TIMSS reflejan un problema estructural que requiere acciones urgentes. Es crucial invertir en una formación sólida para los futuros maestros, con menciones especializadas en matemáticas; atraer a profesionales STEM al ámbito educativo; rediseñar el currículo y reducir las desigualdades entre el alumnado. España enfrenta un desafío educativo complejo, pero en juego está el futuro de nuestros hijos y el del país.