Fundidos con el paisaje

M.M.G.
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Los cementerios de la provincia de Ávila, espacios que invitan al recogimiento y recuerdo, están íntimamente relacionados con el territorio y regalan, en no pocas ocasiones, vistas excepcionales de los términos municipales

Fundidos con el paisaje

Cada pequeño pueblo de la geografía española esconde lugares únicos y con historias que sus habitantes atesoran como los tesoros que son. Una plaza, una calle escondida, un crucero... Siempre hay algo que distingue a esos núcleos urbanos cuyos vecinos, eso sí, comparten con los hombres y mujeres que habitan en esa España vaciada el cariño, respeto y emoción por sus camposantos. 

En Ávila, por supuesto, también sucede así. Del Tiétar a la Moraña, del Alberche a la tierra de Pinares... Decenas de pueblos veneran la tierra en la que descansas sus ancestros, en unos espacios que, en la mayoría de los casos, se funden con el paisaje, regalando estampas bucólicas y lugares que bien merecen una visita y de los que hoy hablamos con Ángel Hernández, que fue arquitecto territorial de Patrimonio.

Es el caso, no tiende duda el arquitecto al comenzar su repaso citando este camposanto, del cementerio de Piedrahíta, en su opinión, el más singular de la provincia. Cierto es que no se encuentra entre los cementerios levantados a las afueras de los pueblos. Pero su emplazamiento, dentro del Convento de SantoDomingo, le confiere una particularidad reseñable y que difiere mucho de la mayoría de los cementerios abulenses, ubicados, como comentábamos, a las afueras de los pueblos por disposición legal y por cuestiones higiénicas desde comienzos del siglo XX.

Y precisamente ese alejamiento de los núcleos urbanos es lo que ha hecho que muchos de ellos se encuentren en parajes únicos, fundidos con el paisaje e invitando a la calma, reflexión y sosiego que su naturaleza conlleva,

«A mí uno de los que más me gusta es el de San Esteban del Valle», menciona González un cementerio «ubicado en lo más alto del pueblo» y «con vistas a las Cinco Villas», un espacio «estupendo», lo describe el arquitecto, «para esos momentos de intimidad y de recuerdo». Un cementerio, considera, que como tantos otros termina particularizando el paisaje de la zona dada su ubicación. «Son, desde luego, lugares muy sensibles», reflexiona Hernández.

Además, apunta éste sobre el camposanto de San Esteban del Valle, «se encuentra muy bien ordenado. Es del siglo XX y tiene un paseo de cipreses en el medio».

Hablando de cementerios «bien ordenados», Hernández habla también del de Narros delCastillo: un cuadrado con dos estancias, proyectado racionalmente y con su acceso en el centro.

No tan bien ordenado está en del Mengamuñoz. Pero lejos de ser un inconveniente, su disposición le convierte en uno de los más peculiares de la provincia. «Está hecho con menos medidas y sin proyecto, pero es precioso», habla de ese «corral» que puede contemplarse desde la carretera y cuyos cipreses sirven para enmarcar el paisaje.

De este tipo de cementerios, se refiere Hernández a los menos 'ordenados', existen muchos en la provincia. De hecho, reconoce, «la mayoría de los pueblos los hacía de esa manera».

También hay pueblos «mínimos» en los que el cementerio otorgan distinción al paisaje, como el ubicado en Santo Tomé de Zabarcos, con un ciprés a lo lejos y un particular cartel.

Y volviendo a hablar de cementerios con vistas, el arquitecto rescata, por ejemplo, el de Navacepedilla de Corneja; el de Nava de Arévalo, cuya orientación le convierte en un sitio soledado y agradable; el de ElMirón, «su propio nombre lo indica»; y el de Riofrío, también muy bien orientado y con vistas al pueblo y a la vaguada del río.

«Desde luego hay cementerios que invitan al descanso. Y en su visita, se pasa del recuerdo a que el paisaje te envuelva», reflexiona Hernández, sabedor de la importancia que los vecinos estos núcleos rurales, tan vinculados al campo, conceden a estos lugares santos.

La provincia y sus cementerios históricos

En este particular viaje por la provincia no olvida Ángel Hernández los cementerios históricos, los antecesores de estos de los que hablamos, y que nos llevan a viajar, por ejemplo, al Cerro de la Mesa de Miranda, ubicado a 1.600 metros de altura, y donde se encuentra el camposanto documentado más antiguo. «Ya hay cementerios de época prerromana, en sitios del territorio ligados a la actividad ganadera. Uno de los más potentes es el del Cerro de la Mesa de Navarrevisca», dice nuestro interlocutor, que apunta también al de la necrópolis de Chamartín o al de Oco, anejo de La Torre. «Todos ellos están ligados a los pasos de la trashumancia», recalca, y sorprende al asegurar que lo mismo ocurrió en su día con los enterramientos de época romana de la ermita de San Segundo, en la capital abulense. «Como también pasó en la Cañada Soriana», prosigue hablando antes de compartir que «otra tipología muy importante de cementerio en Ávila es la Maqbara, el cementerio musulmán en la zona de San Nicolás», en el que se excavó y se documentó pero sobre el que terminó construyéndose. «Los restos mas importantes están en el Museo Provincial», aclara Hernández.

Y frente a estos espacios centenarios, el arquitecto se despidemencionando el mas reciente, el de La Colilla, «con reconocido valor arquitectónico».