Con 91 años de edad y serios problemas de movilidad -se desplaza en silla de ruedas-, además de padecer una demencia, Purificación Gutiérrez, vecina de Aldeanueva de Santa Cruz, era una seria candidata a acabar sus días en una residencia para la tercera edad. «Mi madre necesita una persona las 24 al día con ella, es completamente dependiente», nos cuenta Jesusa, una de sus tres hijas, que se turna con sus dos hermanas para atender a su madre pese a que dos de ellas viven en Madrid. «Tenemos el apoyo de una mujer que viene a atender a mi madre unas horas cada día y al menos eso nos permite salir a dar un paseo y despejarnos un poco porque psicológicamente es duro para nosotras que nos reclame permanentemente y al menos somos tres y tenemos la posibilidad de ir rotando», confiesa.
La situación que ella describe no es excepcional, numerosas familias afrontan con sacrificios personales mayúsculos la vejez de sus mayores cuando la salud se deteriora y acaban siendo dependientes, lo que en muchos casos les acaba llevando a ingresar en una residencia geriátrica porque para muchas personas no es posible compatibilizar esos cuidados con las obligaciones laborales. El hecho de que los hijos no residan en el pueblo en el que viven sus padres mayores lo complica todavía más debido a la distancia.
Precisamente para ofrecer soluciones a este serio problema social, hace casi cuatro años se puso en marcha en la comarca de El Barco de Ávila y Piedrahíta un proyecto piloto denominado 'Biocuidados, nuevos modelos de cuidado prestados por la comunidad, centrados en la persona, en entornos rurales', financiado por el Ministerio de Derechos Sociales a través del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, que está llegando a su fin pese al éxito que ha cosechado en esa zona de la provincia de Ávila cuya población está especialmente dispersa y envejecida. «El objetivo era evitar la institucionalización de personas mayores que quisieran permanecer en sus domicilios» a pesar de que su estado de salud iba deteriorándose poco a poco y, con ello, eran conscientes de la pérdida de autonomía que conllevaba, explica Raquel Mazo, responsable del programa a través del Centro de Desarrollo Rural Almanzor, que lo ha implementado en esa zona. «A través de los ayuntamientos, hicimos llegar el programa a los vecinos y en estos casi cuatro años hemos trabajado con 33 personas en atención a domicilio, vecinos de doce pueblos cuya situación personal fue analizada para establecer las necesidades que tenía cada uno y ofrecerles soluciones individuales», añade.
Una de ellas es precisamente Purificación Gutiérrez, que gracias al programa 'Biocuidados' no solo tiene asistencia personal en casa para echar una mano a sus hijas, también se adaptó la vivienda a su pérdida de movilidad a raíz de un ictus, incluso domotizándola. «Instalaron barreras protectoras en la cama y también una grúa para que mover a mi madre no fuera tan complicado», puntualiza Jesusa, que solo tiene palabras de elogio para este programa piloto «tan necesario en las zonas rurales», subraya.
El segundo eje en el que trabaja el programa 'Biocuidados' son las unidades de apoyo comunitario, que en determinados pueblos -como Aldeanueva de Santa Cruz, donde vive Puri, pero también en Becedas- se han creado espacios de reunión fijos para que los vecinos compartan tiempo y, de ese modo, se evita que vivan en soledad, fomentando la convivencia y la socialización. «A pesar de su demencia, a mi madre le encanta ir y juntarse con sus vecinos, va tan contenta», destaca Jesusa.
A otros usuarios del programa, también mayores, se le han venido ofreciendo soluciones a medida de sus necesidades. «Apoyo con las tareas del hogar o con desplazamientos, acompañamiento a médicos, prepararles la comida o bien se han realizado reformas en la vivienda si ha sido preciso para adaptarla a la situación» de cada vecino, detalla la responsable de proyecto, quien asegura que la acogida que tanto los ayuntamientos como los usuarios y las familias han dado no ha podido ser más positiva.
Además, la iniciativa ha contribuido a crear empleo, sobre todo entre la población femenina de la zona, dado que el ámbito de los cuidados está muy femenizado. «Se ha contratado a catorce personas en la parte técnica y a siete implementadoras secundarias, que son las mujeres que han prestado las ayudas directas en el hogar», añade.
Sin embargo, el carácter piloto del programa y el hecho de que su vigencia concluya precisamente ahora deja un sabor agridulce porque las personas que venían beneficiándose de él siguen teniendo las mismas necesidades. Su situación vital no ha cambiado, pero el apoyo que recibían deja de prestarse. Sin ir más lejos, el día que charlamos con la familia de Purificación era el de la despedida de Mercedes, la persona que ayudaba a sus hijas a atenderla. Nos lo cuenta Jesusa, no sin pesar. «No sé lo que haremos a partir de ahora, vivimos día a día, no nos hemos parado a pensar lo de la residencia porque preferimos que mi madre esté en casa, pero 'Biocuidados' ha sido muy útil para nosotros y para mucha gente más de la zona», agradece.