2021 fue un punto de inflexión para la sanidad abulense puesto que, desde entonces, se han ido incrementando las especialidades que se ofrecen para la llegada de residentes. Esto ha supuesto, entre otras cosas, que se duplique el número de residentes incorporados al año, pasando de los 15 que había hasta 2020 a los 30 que están previstos para este año.
La coordinadora de docencia, Gemma Prieto, explica que actualmente se cuenta con 85 residentes, de los cuales 72 son médicos (MIR) y 13 enfermeras (EIR), de las cuales seis son matronas. En esta distribución, los 72 MIR se distribuyen igualitariamente en Atención Primaria y Especializada, mientras que en el caso de las matronas (EIR obstétrico ginecológico) se potencia que puedan hacer aquí las rotaciones para no tener que desplazarse a Salamanca a pesar de depender de ese Complejo Asistencial.
Antes de 2021 en Ávila se contaba con las especialidades de Medicina y Enfermería Familiar y Comunitaria y, desde los años 90, Medicina Interna y Psiquiatría.
El cambio llegó en 2021 cuando se unieron otras cinco especialidades, las de Anestesia y Reanimación, Cirugía Ortopédica y Traumatología, Oftalmología, Otorrinolaringología y Urología y este cambio estuvo inducido por el Ministerio de Sanidad y la Gerencia Regional de Salud por la necesidad imperiosa de acreditación de plazas de formación sanitaria especializada. Fue como decirles a los hospitales que tenían menos residentes que tenían que 'ponerse las pilas'. Esto supuso hacer «un gran esfuerzo con todos los servicios para ver qué disposición tenían» y, a partir de ahí, empezar todos los trámites burocráticos hasta lograr los permisos. Pero no fue solo hacer cambios organizativos sino también un «cambio cultural importante dentro de servicios que no estaban acostumbrados a tener residentes» y a los que había que dedicar «tiempo». Porque, al final, no se trata solo del número de residentes que se tenga sino «cómo salen formados porque a nadie le interese que salga un número importante pero mal formados», es decir, era necesario tener una estructura docente y adecuar el número a las posibilidades reales.
A partir de ahí, en los tres años sucesivos se unieron Cirugía General y del Aparato Digestivo, Radiodiagnóstico y Medicina Física y Rehabilitación, mientras que en 2025 llega el turno de Enfermería de Salud Mental, Psicología Clínica y Medicina Preventiva y Salud Pública. De esta manera, hay dos especialidades en Atención Primaria y 13 (con las que llegan este año) en Especializada, a la espera de ver si posteriormente se incorpora la de Digestivo.
Estos cambios también se notan en la evolución del total de residentes, de manera que en 2020 y los años previos había 75 residentes al año mientras que en 2021 se dio el salto a los 84 y para este año se espera llegar a los 90. Y esto se ve también con el número de residentes que se incorporan al año, que antes eran 15, en 2021 se pasó a 24 y este año se esperan 30.
Y se verá cómo se sigue trabajando en el futuro puesto que ahora se está intentado acreditar la unidad docente de Aparato Digestivo y habrá que ver si llega a buen puerto.
El hecho de incrementar las plazas MIR y EIR, pasando de 15 a 30 residentes por año, supone una serie de mejoras y desafíos para el sistema sanitario local. Entre ellos, los impactos positivos pasan por la atracción del talento y el alivio de la sobrecarga asistencial. En el primer caso se logra que más profesionales consideren a Ávila como un destino formativo, lo que podría fomentar la retención de talento médico en la provincia, mientras que el alivio de la sobrecarga llega porque los residentes, aunque en formación, contribuyen al trabajo clínico, lo que puede suponer un refuerzo en hospitales y centros de salud. A esto hay que añadir que se produce un impulso a la docencia y a la investigación porque con más residentes se fomenta esta actividad.
Pero también es necesario tener en cuenta los retos y desafíos porque significa que es necesario tener más tutores y recursos y contar con la infraestructura hospitalaria. En otras palabras, un aumento en el número de residentes implica que el hospital debe contar con suficientes tutores y personal para garantizar una formación de calidad y que es necesario adaptar espacios y recursos para que estos profesionales puedan desempeñar su labor sin saturar las instalaciones.
Además hay que tener en cuenta que, en cuanto a la retención de profesionales, aunque se formen más médicos, sino existen incentivos para que se queden en Ávila tras su residencia la inversión en formación puede terminar marchándose a otros lugares.
En definitiva, el incremento es una gran oportunidad para fortalecer la sanidad abulense, pero requiere planificación y recursos adicionales para maximizar sus beneficios.
En el caso de Ávila, por ejemplo, entre los cambios que se han realizado está contar con aulas específicas de formación en el Hospital Provincial (en la zona donde se hicieron las vacunaciones covid), con dos aulas más teóricas y una más práctica en la que se está trabajando. En este sentido, según explica Gemma Prieto, su «mayor ilusión es poner en marcha el aula de simulación para realizar actividades formativas en ella». Esta aula será «un importante pilar para la evaluación de residentes», ya que la simulación clínica es un importante método docente. En este sentido, recuerda que «el aprendizaje mediante la simulación ofrece numerosas ventajas ya que permite a los estudiantes y residentes adquirir conocimientos y habilidades en un entorno seguro y controlado. A través de la simulación es posible experimentar situaciones complejas o peligrosas sin riesgos reales, lo que fomenta la toma de decisiones, el pensamiento crítico y la resolución de problemas. Además, este método promueve una participación activa, mejora la retención de información y facilita la transferencia del conocimiento a contextos reales».
La sala será una herramienta más en una formación en la que los residentes van ganando responsabilidades según van pasando los años de residencia. No es lo mismo un R1, «que cuando aterriza está muy perdido» a lo que sucede años después, cuando ha ido aprendiendo. Esto también se ve en el tiempo que les tienen que dedicar sus tutores, de manera que «la responsabilidad la vas adquiriendo de forma gradual».
Los residentes van aprendiendo a través de las rotaciones que hacen en Ávila y fuera mediante las externas y también con las guardias, con supervisión de los tutores. Además hay sesiones clínicas o bibliográficas, cursos organizados por la comisión de docencia, cursos organizados por otras instituciones, participación en proyectos de investigación y participación en jornadas científicas, congresos y presentación de pósters y comunicaciones orales.
Hay que tener en cuenta que en la formación no es solo necesario tener instalaciones sino una estructura docente que está para brindar a los residentes todas las herramientas. Eso sí, reflexiona Prieto, «saber que tienen ese respaldo representa el 20 por ciento de su formación. El otro 80 por ciento depende de ellos, de su motivación de sus ganas de aprender, de su ilusión por superarse cada día y de su implicación con cada paciente, en cada guardia y en cada reto».
Ese compromiso y profesionalismo no será solo necesario en su formación sino a la hora de «la calidad brindada a los pacientes» porque el compromiso y la implicación son valores «que garantizan una práctica ética, responsable y centrada en el bienestar del otro».