En esta época del año, miles de grullas se dejan ver en el entorno de la Laguna de El Oso. Por ese humedal morañego pasan estas aves migratorias en sus larguísimos vuelos con destino al sur, los que les llevan a buscar temperaturas más cálidas para pasar mejor el invierno. El graznido que emiten no permite que pasen desapercibidas, máxime cuando además se desplazan en grupos grandes. Así lo comprobaron este fin de semana quienes participaron en la fiesta de la naturaleza que constituye la Bienvenida a las Grullas organizada por el Ayuntamiento de El Oso en colaboración con el Ministerio de Derechos Sociales y Agenda2030, que sigue volcado en ofrecer formación ambiental tomando como base los recursos naturales del municipio, empezando por su laguna, un humedal que está declarado Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA). Casi medio centenar de personas acudieron a la cita en un día soleado y de temperaturas agradables que invitaba a disfrutar de la naturaleza al aire libre.
Precisamente, la actividad central de este evento fue una observación guiada de las grullas desde los observatorios de aves instalados en el entorno de la laguna que atrajo a más de 200 personas y en la que los asistentes tuvieron la oportunidad de contemplar el comportamiento de estas aves y conocer curiosidades sobre ellas. Después, como fin de fiesta, se desplazaron al Centro de Interpretación Lagunas de Moraña, donde siguieron ampliando conocimientos sobre las grullas de la mano de Carmen Conde, bióloga experta en estas aves y ganadora del Premio Tundra de Literatura de Naturaleza en el año 2020 con el libro 'Vuelos con las grullas', que ofreció una interesante charla al respecto.
Así finalizó un día que empezó con una taller de ilustración de naturaleza impartido por Nacho Sevilla, durante el cual también hubo talleres destinados a los niños. A continuación, los asistentes de todas las edades escucharon las explicaciones que, en el entorno de la Laguna de El Oso, les fue dando Máximo Sánchez Cobo, que impartió un taller de rastreo que les llevó a recorrer zonas de campeo de grullas en busca de las huellas, rastros y señales que dejan a su paso. «Vino gente de Extremadura, de Madrid, de Valladolid y hasta de Bilbao atraídas por el taller de rastreo», subrayaba Felipe Nebreda, uno de los expertos encargados de la organización.