"Trabajar en un pueblo es de las cosas más bonitas"

B.M
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Dos empresarios de Las Navas del Marqués hablan de sus negocios y de lo que supone trabajar en la localidad

"Trabajar en un pueblo es de las cosas más bonitas"

Desde Joyería Jalper, en pleno centro de Las Navas del Marqués, Francisco Pérez Vicente, junto a su hermano Ricardo, trabajan en una tienda que era de sus padres pero en la que ellos están completamente implicados. En concreto, Francisco lleva desde los 16 años en ella (tiene 49).

«En este pueblo, que es una zona de veraneo, tienes unas épocas muy buenas, que son julio y agosto y la época de Navidad. El resto del año está muy tranquilo», asegura. Pero en su caso, han dado un paso más aprovechando internet y ahora venden «en toda España». Lo hacen a través de dos páginas de modo que tienen envíos prácticamente diarios.

Por su parte, siempre tuvo claro que quería trabajar en la joyería, no tenía ánimo de irse del pueblo, y es por ello que ese gusto lo vivió después de estar en Ávila hasta que terminó COU. Entonces llegó el momento de regresar.

"Trabajar en un pueblo es de las cosas más bonitas"Ahora está en la joyería donde conoce a todos los clientes, incluso a los que vienen de fuera. «Como son muchos años también los conocemos bastante», y es que la clientela se va repitiendo aunque solo lleguen de veraneo.

Aunque su opción fue siempre trabajar en el pueblo sí que encuentra algún inconveniente, en concreto, cree que el «principal» suelen ser «los transportes» porque «tenemos una comunicación muy deficiente». Es por ello que cree que es necesario tener coche y pone como ejemplo su hija, que está estudiando ahora en la universidad y tiene que quedarse «allí, no puede ir y venir».

Sin embargo, estos problemas no se reflejan en los envíos, que sí «funcionan bien». Señala que «enviamos prácticamente cosas todos los días y sí que tenemos buena comunicación. Funciona todo sin problema».

Dice Alberto Rosado, desde el restaurante Montecarlo, que «trabajar en un pueblo es de las cosas más bonitas que te pueden pasar» porque mantienes el arraigo y esto no está reñido, asegura, con la modernidad.

En un restaurante que abrió en 1973, él se incorporó cuando tuvo uso de conocimiento, es decir, cuando se tenía que subir a unas cajas para llegar a la máquina de café. Lo abrieron sus padres y hoy están tres de los seis hermanos.

La oferta del restaurante ha «ido dando un vuelco a la tendencia culinaria» teniendo en cuenta que tienen «un cliente que básicamente viene de Madrid, que es turista porque Las Navas es un flujo de turismo constante. Es una población de unos 5.200 habitantes y pasa a una flotante de 12.000 ó 15.000 verano y puntas de 25.000 ó 30.000. Tenemos dos cartas, una tradicional de cocina castellana y hemos hecho una carta con toques de cocina de vanguardia». Y la recepción de la segunda carta ha sido muy buena. Aunque en la comida se tire más de la parrilla en vivo y los platos de cuchara, por la noche la opción va más por platos vanguardistas dentro de una política de kilómetro cero, con productos de la tierra.

Trabajar en el pueblo le ayuda a mantener el arraigo con la tradición y la familia porque «no existe modernidad sin una buena tradición. No tienes el estrés de la gran ciudad aunque tiene sus pequeños inconvenientes como que para recibir productos es más lento el proceso y algunas veces hay que desplazare a por él. Pero es maravilloso disfrutar del entorno en el que has nacido».

Además se conoce a toda la clientela. «Cualquiera de los hermanos, al entrar el cliente le da un abrazo, eso es que pasa de ser un cliente a ser un amigo. Es un cliente que repite una y otra vez y es de muy agradecer porque te da la posibilidad de conocer sus gustos y atrevimiento. Es una pasada que crean en ti y disfruten de tu cocina».