José Luis Pajares, artista abulense e investigador del pasado, cerró el ciclo de conferencias 'Un edificio, un personaje' que organiza UNED Ávila con una charla en la que compartió, fruto de un intenso trabajo de estudio, la importancia que para la ciudad de Ávila tuvo durante más de un siglo el hotel que funcionaba frente a la puerta principal de la Catedral, un establecimiento que creó un inglés que apostó por esta ciudad cuando a mediados del siglo XIX.
Con la novedad de aportar datos recién conseguidos, Pajares explicó que este establecimiento, que como seña de identidad de su fundador comenzó llamándose Hotel Inglés, empezó a forjarse con la llegada del ferrocarril a Ávila, cuando con este revolucionario medio de transporte arribó a nuestra capital John Smith Smith y decidió poner en marcha un negocio de alojamiento.
Este inglés compró una finca situada enfrente de la catedral a un vecino de Ávila, adquisición que se formaliza en 1863 ante notario y en la que el célebre inglés «firmó como Juan Smith y Smith», apuntando que «era casado, de 47 años, contratista y natural de Northampton». Por aquella compra, siguió informando Pajares basándose en datos encontrados recientemente, «pagó 30.000 reales en monedas de plata», una finca que no está claro si era solo suelo o había en ella ya algún edificio, aunque parece que «allí hubo de haber antes un edificio notable porque toda la plaza está rodeada de palacios impresionantes, y alguien muy importante debió vivir frente a la Catedral».
«Es casi seguro que cuando él compró la finca quedaban algunos restos de ese edificio, pero fue John Smith el que realmente construyó después lo que conocemos primero como fonda y después como hotel», un proyecto que llevó a cabo «no un ingeniero, como a veces se ha dicho, sino un contratista de obras que tenía cierta experiencia en construir el edificio».
La fonda que construye John Smith, para la cual utilizó vías de ferrocarril según pudo comprobarse cuando se reformó el edificio, tenía tres plantas, a las que luego se sumó una más cuando compró el edificio José Tomé, un proyecto para cuyo desarrollo «se encontró con muchos problemas porque tuvo que pedir hipotecas y se metió en gastos tremendos, tanto que tuvo que vender su casa al padre de Santayana para poder continuar con su idea».
No sólo por esa apuesta decidida y arriesgada por el potencial de Ávila como destino turístico fue John Smith «un visionario», sino porque también supo abrir otras posibilidades en ese sector del ocio, como por ejemplo «alquilar el hotel a una sociedad de ocio abulense, que es la precursora del Casino». En esa dinámica de continua necesidad de dinero para continuar con su negocio uno de sus hijos tuvo que «sacarle de apuros», el cual se hace cargo del hotel al morir su padre y luego es el que se lo vende a José Tomé.
El Hotel Inglés «pasó a llamarse en la guerra civil Hotel Nacional, y a partir de 1948 pasa a ser el Hotel Continental, un momento en el que el establecimiento se encontraba en mal estado (lo habían utilizado los militares como alojamiento), y que hizo necesaria una importante reforma».
La clientela más distinguida que venía a Ávila iba a alojarse al Hotel Inglés, que fue «un establecimiento muy grande, tanto que incluso en 1996, cuando se cierra definitivamente, era el hotel con más habitaciones de Ávila», un negocio que «para mantenerlo necesitaba acoger no solamente a la clientela más distinguida que venía a Ávila sino también a veraneantes. Es decir, que allí iban a dormir el Rey, ministros e intelectuales célebres de cada época, como Caprotti, Larreta o Azorín, sino también turistas, y además el hotel servía para otras cosas como consultas médicas».
Aparte de ofrecer mucha y novedosa información sobre este establecimiento y su promotor, Pajares quiso reivindicar también la figura y la apuesta de John Smith, «un hombre innovador que llega aquí cuando la ciudad es, en palabras de Santayana, un desierto, con unas calles destrozadas, sin apenas comercios y ni siquiera 7.000 habitantes», pero que a pesar de todo «decide quedarse aquí y no sólo hospedaba a quienes venía a Ávila sino que también se convertía en su anfitrión»; por todo ello, resumió, bien puede afirmarse que fue él «el primero que sentó las bases sobre las que se desarrollo el sector del que en buena medida vive ahora la ciudad, y lo hizo en un momento en el que nadie apostaba por el turismo».