Editorial

La hostelería, aún en los buenos momentos, necesita ajustes

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La hostelería, por ser un sector tan cercano al turismo, gran impulsor actualmente de la economía abulense, tiene un papel clave en el sistema económico local, de ahí que su buena salud se puede entender como un indicador de que la situación general tiende a positiva, lo mismo que se puede colegir lo contrario en el momento en que los datos no sean tan positivos.

En el balance que actores implicados en la hostelería abulense realizan del presente año, ya cercano a su finalización, aparecen más luces que sombras, lo cual es, sin duda, una buena señal para todos. Que los propios implicados hablen de «un buen año», a nivel general, se entiende, porque seguramente habrá excepciones con protagonistas que no estarán de acuerdo con esta afirmación, se debe acoger con satisfacción, más teniendo en cuenta que suele ser un área  que no siempre alcanza ese nivel de optimismo, incluso más bien todo lo contrario.

Alcanzar en algunos casos cifras de negocio parecidas a las que se registraban antes de la pandemia es una muy buena noticia, teniendo en cuenta que fue uno de los sectores más castigados con las medidas de confinamiento y reducción y control de aforos a los que todos tuvimos que someternos, no hace tanto tiempo, para controlar el virus. Aquellos tiempos afortunadamente ya pasaron, y aunque en un principio se temió que supusieran un cambio en los hábitos y costumbres de los consumidores,  ahora se está viendo que, aunque haya sido poco a poco, la situación se va pareciendo cada vez más a la anterior a los primeros meses del nefasto año 2020.

No obstante, lo que desde dentro del mundo hostelero se puede ver de una manera, desde la clientela puede tener otra percepción, y esta es una cuestión que los propios interesados deben de afrontar. Destacando la profesionalidad  de la que hacen gala los hosteleros abulenses, hay algunas decisiones que los usuarios de bares y restaurantes consideran como mejorables. Una de ellas es la política de precios que, precisamente desde la pandemia, ha llevado el sector en la capital. El producto, sea cual sea, se ha encarecido, es indudable, en algunos casos de manera que no es que llegue a ser prohibitiva, pero que claramente reduce el consumo, al menos en cuanto a cantidad. Lo que popularmente se conoce como 'una ronda', alcanza en algunos locales un precio no asequible para todo el mundo, tachado incluso de «excesivo» ante lo que se ofrece.

Los bares y restaurantes locales deben seguir siendo un barómetro de cómo vivimos los abulenses, y para ello es necesario adecuar algunas decisiones a la realidad de Ávila, cuestión que todavía queda por ajustar.