Rosa Ruiz Entrecanales, arqueóloga municipal que no deja de defender «los enormes y singulares valores culturales» que atesora Ávila y de reivindicar «la necesidad y oportunidad de conocerlos para saber disfrutar de ellos y también implicarnos en su cuidado», abrió una programación cultural que UNED Ávila, con la coordinación de Ester Bueno, ha puesto en marcha precisamente con ese fin de poner en negro sobre blando algunos de esos tesoros, unos materiales y otros inmateriales, que ha regalado la Historia a la capital abulense, algunos de ellos poco o nada conocidos.
En su charla, titulada 'El Palacio Caprotti y Laura de la Torre', Rosa Ruiz puso de manifiesto la grandeza intelectual de la esposa del pintor italiano que compró el palacio de Superunda, una mujer que «fue una auténtica humanista del siglo XX», de la cual descubrió unos valores y unos datos hasta ahora apenas conocidos.
Comentó la ponente, como información muy nueva y por ello doblemente valiosa, que «entre el numeroso material que hay dentro del palacio de Caprotti hemos podido documentar algunos escritos del Laura de la Torre que nos han permitido un acercamiento mucho mayor a su figura y a la figura de toda su historia», unos escritos en los que ella misma «nos relata lo más importante de su vida, como por ejemplo sus pensamientos, los sitios en los que va viviendo y el día que conoce a Caprotti», aunque «curiosamente en esos textos habla muy poco de quien fue su marido».
En esos documentos, «muy interesantes, Laura de la Torre, sobrina del Marqués de Benavites, habla de su vida, de la importancia del recuerdo y cuenta cosas desde un punto de vista muy filosófico, y también habla de otras pasiones que tenía como la arqueología o la medicina», asuntos a los que dedica «muchas más páginas que a todo lo que tiene que ver con el mundo que conocíamos de ella, la pintura, las miniaturas y el esmalte».
A través de esos escritos ahora redescubiertos Rosa Ruiz ubicó a Laura de la Torre «en su momento y en su mundo, que era muy rico no sólo en lo económico sino también en lo intelectual», el de una mujer «que nos cuenta que en la casa de Madrid de su padre, Félix de la Torre, se reunían algunos de los más grandes creadores de la historia, como Sorolla, Emilia Pardo Bazán o Pérez Galdós».
El primer contacto que Laura de la Torre tiene con Ávila, continuó explicando Rosa Ruiz, «es a través la visitas que hacía para venir a ver a su tío, el Marqués de Benavites, y a sus primas, y de hecho es a través de una de ellas como conoce a Guido Caprotti, que luego sería su esposo, del cual ya le había contado lo guapo, lo alto y lo pinturero que era».
En esa reivindicación de «la altura intelectual de Laura de la Torre» apuntó también la ponente que «además de su valía fue una mujer que vivió cosas interesantísimas, que se formó entre Francia e Inglaterra, también un poco en Alemania, y que escribía, además de en español, en inglés, en francés y en italiano, era una persona de una valía intelectual increíble».
68 años en ávila. En la ciudad de Ávila vivió Laura de la Torre 68 años, entre 1920 y 1988, un tiempo del que hasta ahora se tenían algunos errores que ahora se han corregido, como el de saber que sí vivió durante la Guerra Civil en la capital abulense, aunque «es verdad que el palacio estuvo ocupado por Mola cuando ellos estaban en Balmaseda, pero ellos volvieron a Ávila».
Otro dato curioso que ofreció sobre la personalidad abierta de Laura de la Torre es que, demostrando su solidaridad y el afán de cuidar a los demás de quien luego sería enfermera, «fue una de las damas de la Cruz Roja, ese cuerpo de ayuda que creó la reina Victoria para la guerra del Rif… y luego cuando ocurrió la guerra civil ella estaba acabando la carrera de enfermería».
En resumen, dijo Rosa Ruiz Entrecanales, Laura de la Torre fue «una humanista en el sentido de la palabra que implica que tenía muchos conocimientos y que también era una artista, por ejemplo son espectaculares sus pinturas y también los dibujos que hace de partes del cuerpo como el cráneos, y son increíbles las disertaciones que hace, adelantándose a su tiempo, sobre asuntos como los problemas de la droga y el tabaco».
Tras dedicar el grueso de la intervención a Laura de la Torre, también sacó hueco la ponente para hablar del palacio que ocupó durante seis décadas, un edificio al que la familia Caprotti-De la Torre «supo dar continuidad desde que perteneció a Ochoa Aguirre hasta que lo compran ellos» y que en principio «alquilaron en los años 20 y no compraron hasta 1956».
Interesante ha sido también, acabó contando, que «hemos podido saber recientemente que compraron el palacio con todo lo que tenía dentro, con lo cual hay ahora en él cosas que van desde el siglo XVI hasta el siglo XXI, que permanecen en el Palacio y son del Palacio», entre ellas, además, algunos ejemplos de «muebles del modernismo español, del cual el padre de Laura era uno de los máximos representantes en España».