Andrés Ahijado mantiene en pie Autocarrocerías Jar, un taller situado en La Cañada con el que lleva desde el año 1995. En esos inicios recuerda que tenían un taller en Madrid, donde estaban de alquiler y como tenían que marcharse decidieron montarlo en esta localidad porque era donde tenían un chalet y veraneaban. Así que se vinieron para acá y fue una experiencia que resultó bien. «No es que me haya hecho millonario pero por lo menos da para poder vivir bien», explica. El cambió fue, por tanto, positivo, hasta el punto de que asegura que no echa «de menos Madrid para nada». Entre las cosas buenas que ha encontrado en este tiempo es que conoce a todo el mundo y es por eso que entre lo que destaca de la vida en un pueblo y, sobre todo de trabajar en uno, es «la comodidad, no tener que andar viajando y tener que hacer kilómetros en la carretera», puesto que él vive cerca.

Al otro lado de la balanza se encuentra «la disponibilidad» porque «tienes que estar disponible las 24 horas del día. Saben que vives arriba, lo mismo les da un domingo que otro día» y hay que atender a la gente, a los clientes. Son, en definitiva, clientes de toda la vida que repiten y donde destaca que también están los veraneantes que tienen casas allí y que hacen que el verano sea «un no parar». 

En su caso, son principalmente clientes del pueblo pero también de Ávila y de las localidades de alrededor. Y es que parece que funciona mucho el boca a boca y no tienen que recurrir a publicidad. En el taller trabajan tres personas, todo familiares. Es un negocio familiar con su hermano y sobrino en el que hacen chapa y pintura y alguna cosa de mecánica, prácticamente lo que tiene que ver con el mantenimiento de automóviles y ruedas.