Ricardo Guerra Sancho

Desde mi torre mudéjar

Ricardo Guerra Sancho


Dos pueblos, un libro y una escultura

27/10/2024

Este verano, durante las vacaciones de esta columna hemos vivido algunos acontecimientos que, aún a toro pasado, quiero tener un recuerdo personal, por la carga de emotividad y la intensidad de lo acontecido, mi recuerdo personal. 
Uno acontecimiento fue a la presentación de un libro sobre la historia de un pueblo de la parte más occidental de La Moraña, Flores de Ávila. Me había invitado a ello un amigo desde hace mucho tiempo, Félix, el floreño enamorado de su pueblo, tanto como yo del mío.
Cuántas veces hablamos de temas de historia, arte o arqueología de estos pagos de la meseta. Yo conozco Flores desde los tiempos de los cursos del mudéjar cuando realizábamos rutas por la comarca, ver y apreciar en su sitio tantos ejemplos y valores de nuestra arquitectura y arte. Fueron tiempos muy enriquecedores y en los que descubrimos muchos valores ignorados o menospreciados de lo nuestro, torres, ábsides, portadas, artesonados, retablos… y tantos valores que en muchas ocasiones ignorábamos. Esa era la mayor riqueza de aquellas Lecciones de Arquitectura Española: El Mudéjar, hacernos descubrir y dar el valor a nuestras cosas que tantas veces habían pasado desapercibidas.
Allí me dirigí con el ansia de ver la realidad de un proyecto que yo conocía desde muy pronto, fruto de nuestras conversaciones. Una iniciativa magnífica que desde el primer momento me pareció de mucho interés. Luego conocí que en torno a esta idea surgió y fraguó el proyecto con un grupo de autores y amigos floreños que tenían mucho que ofrecer. Una idea hoy hecha realidad en un completo y documentado libro.
Allí me encontré con el director de la Institución Gran Duque de Alba, Maximiliano, también compartiendo tantas cosas de nuestra tierra, y conocí al resto de los autores del libro, que nos hablaron del desarrollo de la idea hasta que se materializó en este magnífico libro. Al alcalde nos dirigió unas palabras, a la concejala que me obsequió un ejemplar, y al final la venta y firma de libros, ya que se trata de una iniciativa privada, aunque ha tenido apoyos del Ayuntamiento y de la Institución. El magnífico libro aún se me hizo poco…
El viaje al extremo de nuestra comarca que me gustó, porque hacía bastante que no me perdía por esos rincones de nuestra tierra. Era una tarde calurosa del día de San Roque, cuando nuestras llanuras mesetarias comienzan esas ondulaciones del oeste donde tenemos tan buena arquitectura mudéjar, sin olvidar los artesonados o carpintería de o blanco…
El segundo acontecimiento fue en la villa de San Vicente de Arévalo, un homenaje al escultor Francisco Gutiérrez en el tercer centenario de su nacimiento, 1724, el extraordinario escultor que ha pasado a la historia de arte por ser autor de La Cibeles de Madrid, aunque tiene otras obras importantes, que muestran su maestría en el campo de la escultura neoclásica.
En la celebración, una primera parte reseñando su vida de artista, y una segunda con la inauguración de la preciosa escultura dedicada al maestro escultor. Una mañana llena de recuerdos y reconocimientos plasmados en un bronce que siempre nos recordará quién fue este maestro de la escultura, orgullo de San Vicente de Arévalo, de Ávila y de España entera. Animo a conocer su trayectoria artística en una magnífica biografía de Francisco Vázquez García, y sus obras magníficas, algunas muy cerca, en Madrid y en Arenas de San Pedro, entre otras.